Podemos ha cuadrado mando y Rajoy ha cuadrado filas. Todo sigue igual. Nada cambia, tal vez porque tal y como les van las cosas nada deba cambiar. Rajoy no ha sentido ni el más leve soplo de crítica en su nuevo baño de loas y parabienes. El personal pasa de la realidad interna de su formación, de esa que tiene sentados en los banquillos, o en la cárcel, a muchos de quienes en su anterior congreso estaban aplaudiendo al mismo líder, a ese que los ha vuelto a llevar a la victoria, pese a quien pese y a lo que pese, porque todo da igual, porque a saber si existen otras opciones en el imaginario de sus votantes. Y de existir, habrá que ver cómo están catalogadas, porque los extremos se tocan. Iglesias ha mostrado a su mano derecha quién manda. Y lo ha hecho de forma aplastante. Que no, que su mano derecha tiene una mano izquierda demasiado blanda, y lo que se impone es seguir su camino, pese a quien pese, y caiga quien caiga, que ya que estamos dentro y apoltronados no vamos ahora a bailar con quienes queremos fagocitar, que ya se hace con Izquierda Unida, desde la absorción. Al PSOE hay que aplastarlo. Izquierdas de este país, ¿incapaces de trazar un plan de avance de cara a vencer a las derechas, aparentemente fuertes en su núcleo central, desde el que se irradian las órdenes de prietas las filas? No, no quieren, y si para ello se desecha la corneta, se utilizan otros senderos, a veces auténticos vericuetos, que asientan a quienes niegan alcanzar el fin último de la ideología, que no es otro que el cambio de la sociedad, un cambio de progreso para los más desfavorecidos, sin que ello suponga otra cosa que el reparto de oportunidades, que la defenestración de quienes actúan con una vergonzante superioridad porque así lo heredaron, sin más regla que ellos mismos y su propio entorno, con el bien social, que es el de todos, como referente. Incapacidad de la izquierda a pesar de que las gentes progresistas de este país estén por ello, sin que haya de ser una unión más allá que la de los propios troncos ideológicos, en una unidad de acción en las bases fundamentales que puedan doblegar electoral y programáticamente a la derecha, que crece desde el poder, porque es el poder la que la alimenta, aunque su acción sea tan desastrosa para la clase trabajadora como ha demostrado. Al final, todos preparados para seguir en su camino, esperar a que lleguen las próximas elecciones para sacar músculo ante los del mismo lado, cosa que ya ha cansado a los electores. Al final, la izquierda se volverá a enfrentar a la izquierda, y la derecha verá que se lo dan todo hecho. Y Rajoy, de intermediario entre Donald y el resto del mundo. ¡Qué cosas! Solo le falta poner los pies sobre la mesa, porque los puros los fuma ya.