Esta tierra celebra su día. Sin arrebatos nacionalistas, porque las tierras no lo son, están ahí. Andalucía ha venido siendo a lo largo de su historia un pilar imprescindible en lo que hoy es Estado. Mirar la historia explica muchas esencias minimizadas últimamente, de forma interesada, intencionada por agoreros. Esto comenzó hace mucho tiempo, y se ha ido integrando en el ADN de una tierra que es eso: una y tierra. Y no es poco si analizamos desde todas las perspectivas estas dos palabras. Pero hay quien se cree dueño de ambas, ungido por la divinidad para disponer de ellas según unos intereses que siempre le fueron propicios. Cada una de los territorios que componen el Estado lo es con sus peculiaridades, idiosincrasia, fortalezas y dignidad. La historia lo demuestra, y en Andalucía podemos decir que convergen todas las historias que explican la realidad presente de lo que llamamos y es España. Con frecuencia somos cortoplacistas, analizamos las cosas desde periodos muy recientes y en proyecciones que solo abarcan unos pocos lustros. Cambiemos la perspectiva, veremos que la esencia del hoy está aquí, en comunión de elementos venidos desde todos los puntos territoriales que constituyen un universo plural y real. Aquí está todo, pero al igual que podemos encontrar en nuestras raíces los fundamentos de una cultura que ha venido sosteniendo a la civilización durante los últimos siglos, es preciso buscar su proyección de cara a un futuro que necesita de forma imperiosa esa tierra y esa una de las que antes hablábamos. El futuro de Andalucía pasa de forma inexorable por reconocer que las incidencias en los territorios no llegan solo ni principalmente por tierra o mar. Que es la Red la que se está apoderando, si no lo ha hecho ya, de otras realidades. Pero esa Red precisa de forma inexcusable a la tierra en la que desenvolverse, en la que materializarse, porque la virtualidad en sí no es nada si quienes pisan el terreno no la asumen. Y la creatividad y capacidad de evolución es fundamental en este proceso. Pues bien, no existe en España un territorio con mayor capacidad creativa y de evolución que Andalucía, y ahí está la historia que lo demuestra, y ahí está nuestro uso de la lengua que lo viene asentando desde la propia evolución. La lengua española tiene su centro evolutivo principal en Andalucía, pero también tiene dentro de lo que es España, su principal semillero de crecimiento. No hay un espacio donde se genere mayor desarrollo y con mayor fuerza de nuestro idioma que el espacio andaluz, la lengua crece y avanza desde la propia economía lingüística del hablante, y es aquí donde junto a la creatividad encuentra su mejor espacio. Por eso, Andalucía ha de escucharse a sí misma, en su uso del español y en su historia, y a partir de ahí proyectar su futuro descabalgando a quienes pretenden anclarla en un pasado que, estando aquí, ya ha evolucionado. Esa será nuestra principal fortaleza.