Me cuenta mi amigo Óscar que en Santiago de Chile están viviendo un invierno helador, gélido, mucho más frío de lo usual. Mientras, aquí en España el verano está siendo abrasador, seco, con temperaturas que baten los registros más altos de la historia, y Andalucía sufre especialmente estos extremos climáticos. Y no solo en estos días veraniegos. Recuerde lo padecido durante algunos días del pasado mayo, o en junio, cuando hemos vivido uno de los Corpus más calurosos de los últimos tiempos. Y no para. Los extremos se tocan, las víctimas somos nosotros, aunque si esto sigue así quienes vengan detrás lo tendrán muy feo. La forma de combatir estas temperaturas es a base de aire acondicionado, lo que a su vez aumenta las emisiones a la atmósfera, con lo que los efectos invernadero siguen aumentando. Trump acaba de apear a EEUU del acuerdo de París sobre el cambio climático. Él está por encima de todos, pero sus paisanos se darán cuenta de lo que este personaje está ya haciendo al mundo, desde una posición chulesca del señorito con una cámara delante y los papeles perdidos, cuya inteligencia es inversa al resultado negativo de sus decisiones. Me pregunto si el primo de Rajoy, nuestro votado presidente, seguirá manteniendo sus teorías sobre este cambio climático, y si seguirá aconsejando a su primo sobre esta política. Y aquí es donde Don Mariano debe pensar aquello de que mientras peor mejor y mientras mejor pues peor, con esa gracia que la naturaleza le ha dado.
No, no es para tomarlo a broma, esto del cambio climático es mucho más serio de lo que algunos quieren ver, y la inmensa mayoría estamos como la rana en la olla de agua, que se va calentando lentamente y ella se queda dentro hasta morir cocida. Así estamos los penitentes que sentimos cómo el aire nos cae encima apenas pisamos la calle. Pensar en las gentes que no pueden permitirse refrescar sus casas porque igual el recibo de la luz se lo impide, en esas noches de desvelo porque es imposible dormir a 30 grados de temperatura, en esos mayores que están siendo víctimas de estos calores, mientras se frivoliza con las actuaciones y medidas precisas a nivel mundial para intentar frenar la que se avecina, que ya casi está aquí, pensar en eso es casi llorar al ver en qué manos estamos, más pendientes de sus intereses prosaicos e inmediatos que en la razón de un estado global que impida la desertización de los territorios, la descongelación de los polos (el iceberg Larsen C, uno de los bloques de hielo más grandes de la historia, se ha desprendido en la Antártida, con una superficie que supera los 5.800 kilómetros cuadrados), el aumento de huracanes , tifones, tormentas eléctricas. No, no es ser catastrofista. Para hoy estaba previsto la bajada de temperaturas, pero hace una semana estábamos por encima de los 45 grados, a la sombra. No es broma, ni se puede mirar hacia otro lado.