Que por deber, a veces sería mejor hasta deber estar callados, pero es que no se puede. A Montoro no le gusta el golf, o al menos, de practicarlo, lo hace fuera de Motril. Por eso le importa un chirimoyo cerrar ocho hoyos en Playa Granada. Y a mucha otra gente, que piensa que este deporte es clasista, también. La cuestión está en la imagen, en la promoción que este campo da a la provincia de Granada. No todos los granadinos esquían en la sierra, y ahí está, generando beneficios de todo tipo, huelgas aparte, a la provincia. Igual ocurre con la Alhambra, porque a ver, si contamos a sus visitantes, ¿cuántos de ellos son granadinos? Y sin embargo, se mueve, y mueve de forma fundamental a la economía nazarí, juicios aparte también. Y ahora, Montoro, que no lo debemos confundir con Montero, el mejor ron del mundo, se queda con unos hoyos en Playa Granada, para vallarlos hasta que el césped se seque, hasta que los lagartos y las ratas se adueñen de él, para finalmente buscar, presuntamente, algunos contratistas que levanten edificios allí a un bajo coste y altos beneficios. Y peor aún, dejar que muera poco a poco uno de los principales reclamos turísticos en esta materia de la provincia granadina. ¿Intereses? Muchos, por todos lados, por eso es absurdo, es impensable que esto ocurra. Y sin embargo, se mueve, y lo hace para vallar este trozo de Costa Tropical, justo al lado, enfrente, de lo que puede ser el mejor Parador Nacional de la provincia si se mueven los responsables de la cosa pública, la casa y jardines donde venían veraneando los reyes belgas (en esto Puigdemont aún no tiene nada que ver). Es ridículo, con el potencial que le puede ofrecer una instalación existente, costosa de crear, a una zona con esta proyección de futuro, y con esta realidad en el presente, que Montoro (no confundir con el ron, repito) se empeñe, melena al viento y sonrisa de brujo medieval, en cargársela. Se sabe que los actuales explotadores tienen una deuda con Hacienda, pero las soluciones económicas siempre están ahí, y si no que se lo pregunten a Bankia. La voluntad es lo que parece que no está muy clara. El ayuntamiento motrileño sabe que ha de dar todo lo posible para que se resuelva el problema, pero los empresarios parecen estar algo callados, y quien calla otorga. Ellos también, a la postre, recibirán sus beneficios si esta zona funciona como debería. Pero el silencio es una antesala peligrosa para la muerte, luego llegan los llantos, los recuerdos y la pena, negra mismamente. Playa Granada no es un lugar de ricos, aunque esta imagen puede ser excusa para callar y reír de forma soterrada. Los perjuicios, tarde o temprano, llegarían a todos. Intereses creados a la postre que se conocerán cuando sea tarde. Las brujas viejas lo saben, por viejas más que por brujas.