Trump quiere darle pistolas y rifles a los docentes estadounidenses para que defiendan las escuelas. La caballería se le ha quedado pequeña, y la tenencia de pistolas entre la población deja sus cadáveres por las aulas. En el país que dicen que es el más desarrollado del mundo se puede comprar un paquete de caramelos y un rifle de alta gama junto a unos calzoncillos y la pala para enterrar a los muertos. Y su presidente ahora quiere que en las escuelas el personal que enseña lleve pistolas, canana y tal vez sombrero de ala ancha. Ya puestos, entre las clases de lengua, matemáticas y educación física pueden meter las de tiro, y calcular dónde se cruzan dos balas disparadas a la vez en sentido contrario. Los colegios son espacios cada vez más inseguros, pero a quién le puede extrañar con estos dirigentes mundiales. Entre la postura de algunas madres y padres en la puerta, analizando a las maestras y maestros que les han intentado enseñar algo para el presente y el futuro de sus hijos, los grupos de guasap, la fortaleza que se le da ahora a lo que los niños dicen, muy por encima de lo que puedan opinar los maestros (en todos los niveles educativos), con políticos que escuchan y opinan porque lo importante son sus intereses electorales, y este tipo de pensadores tipo Trump, no será muy raro que en poco tiempo las escuelas estén custodiadas por samuráis, con los marines haciendo guardia, y la legión, con cabra incluida, desfilando por los patios de gimnasia, porque a la chiquillería habrá que enseñarla a protegerse de las balas, las perdidas y las que van apuntadas debidamente, en lugar de usar esos patios para que corran, salten y se coman los bocatas (que diría Forges desde su espacio interestelar). Por aquí hay ya quien busca a su propio Trump, todo lo demás lo tiene, y así, a mucho que cambien las cosas, vamos a terminar con las escuelas llenas de alumnado bien provisto de móvil, arma reglamentaria, dianas, y sacando munición de lo que antes eran paquetes de tiza. Y los maestros deberán ir a la escuela cada mañana provistos de batas antibala. Mientras, los políticos seguirán mirando las encuestas, echando números para rebajar las pensiones, poniendo cara de selfies en las fotos y abrazándose a las farolas, que son los asesores, animadores y personal que los alienta a que sigan así, que para algunos, los menos, esta situación es de dulce. Y aquí en Granada seguiremos viendo cómo los atardeceres más bellos del mundo se suceden cada anochecer entre las estelas de los aviones que van y vienen, a otros aeropuertos, mientras los alumnos de los viajes de estudios recorren nuestras calles, aún armados solo con sus móviles. Pero todo llegará, porque en EEUU la mariposa está moviendo ya las alas de su imbecilidad gobernante en un despacho que parece un huevo, de buitre. Más libros y recursos.
Dentro deles as embalagens de bala delícia passavam a impressão de graminhas que têm tudo a ver com o tema.