Susana Díaz ha dicho no a quienes desde diferentes esferas pretendían empujarla hacia la dirección socialista. Son muchos los intereses conjugados, casi tantos en pro como en contra. Susana, que no había abierto la boca, ha dicho que se queda aquí. Savia decisión la suya, errática si hubiese sido otra, pues aquí aún ha de ganar las próximas elecciones autonómicas y continuar con la labor que apenas tiene comenzada. Ella es joven y sabe lo que quiere, y en el peor momento de los últimos años ha de ser capaz de utilizar las armas precisas para que Andalucía regrese a la senda del trabajo, de la ilusión y de la confianza en sus propios medios y resultados. Ha de pelear hasta el último soplo para conseguirlo, no hay otra opción, y una vez alcanzados los objetivos, habrá demostrado que sabe y que puede, y sobre todo, Andalucía estará de nuevo donde ha de estar, en el camino del futuro. Había muchos intereses para que optara a la secretaría general del PSOE, intereses dentro (aquellos que podrían sucederla), y fuera, (aquellos que encontrarían un importante obstáculo menos en su camino). Moreno, el presidente del PP, anduvo meditabundo y expectante durante unos días, su boca decía lo que su corazón rechazaba, pensaba que Susana optaría a la secretaría general, y sabiendo que esto a él le beneficiaba, pues tenía pólvora ya para rato, además de que se abrían las puertas para los ataques populares desde todos los puntos de la geografía hispana hacia Susana, él decía que no debía aspirar a ese puesto. Y habría parecido coherente de no ser por sus declaraciones inmediatas al anuncio de que ella se queda. Moreno ya tenía la respuesta preparada, se queda agazapada para intentarlo después. No es capaz de apoyar y aplaudir los argumentos de su contraria, que son los mismos que él defendía hasta unos minutos antes. No, aquí hay que sembrar siempre el mal cuerpo, la mala uva entre el personal, siempre se hará mal, se haga lo que se haga, aunque sea la respiración boca a boca a quien generó su propia existencia. Siempre mal y a veces peor. Mal camino, Moreno, un aspirante a la Junta ha de ser generoso y mantener sus propias ideas, ataques viscerales solo lleva a otra parte, a la oposición permanente, y si no que se lo pregunten a Arenas. Ya lo deberían haber aprendido, pues tiempo de sobra ha tenido la derecha para ello. Sería tan fácil arrimar el hombro para empujar en lugar de para hacer caer. La gente, estoy seguro, lo vería de otra forma, incluso comenzaría a confiar un poco más. La ciudadanía observa, analiza y toma sus propias decisiones, aunque a Moreno y a quien le dice las cosas les parezca mentira, y hasta los portavoces deberían aprender. Los otros caminos siguen hoy tan errados como lo eran ayer. Creatividad a la política de una vez ya.