Casi 700 mujeres muertas en los últimos diez años. En otras muertes esto sería visto como un escándalo, habría manifestaciones en todos los pueblos y ciudades cada día, se darían cursos, se invertirían millones en formación, habría muros llenos de fotografías de víctimas, lazos prenderían de todas las solapas, los corazones sangrarían cada día. Aquí, con casi setecientas muertas a manos de sus parejas se elimina la asignatura que enseña igualdad, por cuestiones políticas e ideológicas; aquí el refrán dice que cada uno en su casa y Dios en la de todos, y los trapos sucios se lavan dentro. Aquí hay cosas para toda la vida, y a quien le toque le ha tocado, porque luego están los hijos, nietos, parientes, el qué dirán, el miedo, todos los miedos. La resignación es el pan nuestro de cada día, y el amor al pasado domina al temor a un futuro que se puede tornar más negro aún, es mejor no tentar a la suerte y aguantar. Resignación. Mujer sola, viuda, soltera, separada, sigue llevando un adjetivo que el hombre no lleva. Tal vez nos movamos en la intimidad con los designios más rancios, cuando el hombre era cabeza de familia, jefe, quien votaba, quien vendía y compraba, quien si pegaba era porque algo habría hecho, y cara a la calle, sonrisas. Y tú te quedas ahí, donde él quiere, en casa, en tu jaula de oro o de plomo, mirando el horizonte cada atardecer, soñando con lo que pudo ser, cruzando los dedos para que llegue tranquilo, aguantas, y sigues un día más, huyendo de un infierno que crees a veces merecido, aunque te revelas, unos dos minutos, hasta que una mirada te aplasta, o una bofetada, o un silencio, o un desprecio. Y callas, y aguantas, y te resignas, y sigues, porque te ha tocado. Él es así, entrando, saliendo, golpeando, gritando, diseñando su vida, gobernando la tuya. Él es el hombre. No has sido educada para decir basta y terminar con esa situación que acaba con tu vida, gota a gota, o tal vez ya anheles otro paso más. Hay adolescentes que permiten que ellos las amen desde el dolor, desde la prisión de su mente y si pudieran de su cuerpo, desde me pega porque me quiere, o tal vez, si no me maltrata, ¿será que no me quiere bastante? Educación, romper el silencio, los silencios. Uno de cada dos jóvenes cree que la mujer aguanta la violencia machista, uno de cada cuatro piensa que la mujer ha de estar en la casa. Seguimos fallando. Control, valor a los estereotipos sexistas, dominio…, valores que permiten continuar la violencia de género, celos, posesión, desmesura en llamadas de móvil para controlar… y ellas lo permiten. Miedo. ¿Reproducen lo que ven en casa? Algunas acaban claudicando como claudicaron sus madres, quienes a su vez aguantaron, entre otras cosas, porque pensaron que era lo menos malo para sus hijas e hijos.
En Colombia, cuando una gallina del corral canta el dueño de casa la mata. Esto puede parecer una costumbre o un mito popular, pero es una representación mental del papel de la mujer en el hogar. Y por eso es que las mujeres debemos cacarear juntas, en solidaridad, sin celos ni mezquidad como si fueramos una sola con diferentes rostros.