Grecia ha decidido que quiere cambios, Susana decide coger su tren, Rajoy dice no entender que Andalucía tenga su propio debate, el alcalde nazarí dice que quiere seguir, y mi amigo Jesús se ha ido al Mercadona a comprar, como está mandado. Y allí lo encuentro, con lectura prostática de la lista. Excusa suficiente para hacer un alto en la tarea, junto al puesto de verduras mientras la encargada nos anuncia una bajada en los precios de las espinacas. Es tarde, y comienzan a bajar, en carnes, pescados, fruta. Hay que vaciar los almacenes para dejar espacio a los productos frescos. Y allí nos apontocamos Jesús y yo y le damos una vuelta a la política nacional en tres minutos. Más de lo mismo, que no hay quien vacíe los almacenes, quien tiene la sartén cogida por el mango no la suelta, quien aspira a ella calienta el rabo a ver si la suelta el otro, y cada cual a lo suyo. Luego vendrá Rajoy, con su pasmosa visión de la realidad, la suya, y dice que esto está mucho mejor que hace tres años, pero no da ni una respuesta concreta. Lo fácil es decir que así lo hacen todos, pero eso sería como decir que todos los curas dan el mismo sermón, o que todos los médicos hacen las mismas curas. Y tampoco. Cada cual quiere lo mejor para los suyos, el problema es saber quiénes son los suyos, y sobretodo que quienes no lo son lo sepan, porque en esta vida con frecuencia pensamos que estos o aquellos son los nuestros y sentimos que no cuando es tarde, que solo son suyos o de otros, y que a nosotros nos han dejado compuestos, sobre todo cuando ya tienen trincado lo que buscaban. Pero se aprende, aunque hay quien espera aplicar sus aprendizajes al más allá, porque en el más acá no le dejan ni sentarse, que las sillas también tienen amo. El caso es que mi amigo Jesús andaba con su lista, con su carro y con el alargamiento de los brazos, que dice que este año le ha llegado de golpe, eterna juventud perdida, los años pasan, aunque algunos siguen ahí, en tareas eternas pero mejor remuneradas, a pesar de la crisis y los años, siempre en las vitrinas. Claro que esos sabían quiénes eran los suyos desde el primer día, no como otros, que nunca llegaron a enterarse, pensando que primero era lo de todos, y así les fue. Por lo pronto Susana ya ha dicho que a votar el veintidós, Pepe Torres el veinticuatro, Mas el veintisiete, y Rajoy el veintinueve, más o menos. Paula, que acaba de cumplir los dieciocho, se va a hinchar este año de escuchar promesas, palabras hueras mientras se hacen querer, cambios de silla para los que ya están, y lágrimas para algunos, muchos, que serán desahuciados, por las urnas, claro.
Juan de Dios, cada semana que entro a leer tu blog me cuesta mucho abrirlo, es una lástima porque no quiero perderme tus artículos, sobre todo esos relacionados con la educación, como el relato del niño atado al olivo, que me gustó muchísimo.