María es una señora que muestra a todos los que la quieren entender que la edad solo es un simple formalismo para muchas cosas, por ejemplo para entender la vida. Ella es atleta, a sus setenta y tantos años. Se la puede ver corriendo las carreras que el circuito provincial de la Diputación tiene establecidas a lo largo de una parte de la provincia. Y acabando todas y cada una de ellas, con la sonrisa en el rostro, con la fortaleza del convencimiento de que la vida está para vivirla cada día, de que el camino no es largo, son los pasos los que tal vez no se adecuan a cada trazado. María va con pasos cortos, con los brazos acompasados a su marcha, a un ritmo que ella sabe le permite concluir todo el recorrido, escoltada siempre, alentada por las miles de personas que cada temporada aplauden a su paso, envidiosas en el fondo de no hacer lo mismo. Cuando llega a la meta, muchos ya se han marchado, han recogido sus premios, los regalos que suele haber para los primeros, y cuando la ven llegar siguen aplaudiendo y diciéndose para sí que cuando tengan su edad quieren hacer lo mismo. Ella es grande, ella es un ejemplo; es más, si fuera una política ya le habrían puesto su nombre a alguna de las carreras del circuito, porque ella es el ejemplo de muchos de los que las corremos para disfrutar, para sentirnos bien, para medirnos a nosotros mismos, aún sabiendo que muchas veces nos quedaremos incluso sin esa camiseta de recuerdo, porque cuando llegamos ya se han acabado. Y es ella la que nos hace mirarnos hacia nuestros adentros y seguir adelante, en las carreras y en la vida, a pesar de tanto saltabalates y pillatigres que hay por ahí que piensan que son el centro del universo mundial, que se lo merecen todo, que se quedan con todo, sin importarles que detrás vienen otros que le dan la humanidad y la sencillez y la importancia precisa a los actos de la vida.
María es una maravillosa atleta, aunque nunca llegue la primera, aunque, como yo, muchas veces se quede sin camiseta, porque ella también es la esencia del deporte, ella es principalmente la esencia del deporte, porque es el símbolo de lo que todos deberíamos ser capaces de hacer en cualquier momento de nuestra vida, independientemente de la posición en la que acabemos. Estar ahí es lo importante.