Moreno quiere saber el futuro político de Susana. Parece que su objetivo es conocer si la presidenta de Andalucía va a disputar a Sánchez el liderazgo del PSOE en el próximo congreso, que aún no se sabe cuándo será. Esa es su máxima preocupación, esa para debatir con Díaz sobre su futuro, el de ella, en el Parlamento, un Parlamento que está de vacaciones, que es una buena forma de subir la cuesta de enero. Y es que a Moreno le fallan las cuentas cuando echa números y le sale lo que aún le queda en la oposición, a él, acostumbrado como estaba a la acción de gobierno desde su secretaría de estado, dando allá, recortando acá. Él ignora las intenciones de su presidenta. Lo que no sabe es que tal vez ella aún desconozca cuáles serán sus intenciones llegado el momento. Aquí no todo está escrito, y al no existir un Skywalquer que marque senderos se precisa que los acontecimientos marquen caminos. Y los acontecimientos llegan cuando llegan, y aún no son llegados. Moreno quiere debates con Susana, necesita de esos debates para alimentar su guión, tiene que buscar focos y peleas, aunque en esas peleas (dialécticas, por supuesto), reciba más que dé, y no solo en el sentido boxístico de la palabra, pues recibe una tribuna desde la que puede dirigirse a los andaluces que lo quieran escuchar. Moreno aún busca su espacio estelar en la política andaluza. Sus barones provinciales le dejan poca luz, y él con frecuencia se halla a sí mismo en el lado oscuro, orquestando batallas con el fin de que la fuerza lo acompañe, aunque sea intentando absorber la energía del sol que alumbra, aunque sea intentando armar sus armas cual extinto o reconvertido caballero Jedi. No lo escuchamos decir cuáles son las medidas alternativas de gobierno, solo quiere que Díaz le diga si algún día aspirará a alcanzar de forma transitoria la secretaría general del PSOE a nivel federal. Y es que ahí está la madre del cordero, en la transitoriedad, palabra que tan poco gusta a la mayoría de los políticos, que una vez instalados en el poder aspiran a transformarla en perenne, como Harrison Ford. Moreno está viendo que las cosas pueden cambiar con mucha rapidez en su partido durante los próximos meses, y necesita coger la velocidad de la luz para escapar de ese agujero oscuro por el que puede ser absorbido, como lo fueron todos y cada uno de sus predecesores, aunque alguno de ellos siempre supo moverse por las arenas de los desiertos en los que se produjeron y siguen teniendo lugar las más arduas batallas, renaciendo de sus cenizas. Moreno quiere saber, y tiene tres caminos, o se compra un libro, o se busca un viejo, o sencillamente espera a que llegue el momento, porque Susana seguirá con el casco puesto en una cabeza que está y debe estar en lo que el Parlamento, cámara de los andaluces, le ha dicho.