Las redes sociales han generado diversas vías de información, de comunicación, pero también de rescatar recuerdos que estaban ocultos en cajas de lata, en álbumes de fotos, entre marcos amarillentos de las casas. Imágenes a las que solo accedían quienes en esas casas moraban, y que ahora pasan a engrosar la memoria colectiva. Vienen a rescatar la realidad pasada, de la que somos, todos, originarios. En mi pueblo, Huelma, un grupo de vecinos e hijos de este maravilloso enclave histórico, vienen subiendo a internet fotografías de todos los tiempos en un blog llamado Historia de Huelma en imágenes, imágenes que podrían ser generalizadas a cualquier pueblo andaluz, en las que aparecen tradiciones, se perciben aires de tiempos no tan lejanos en el calendario pero que viéndolas ahora bien pudieran estar tomadas en la prehistoria. En ellas, velos al salir de misa, procesiones, peinados a base de brillantina, corbatas y trajes, sillas de anea, nieve, cántaros, animales por las calles, matanzas, gordinis, autobuses que entonces se llamaban el correo; pelo largo y pantalones de campana, niños ante una foto que en esos momentos era una reliquia, cuidando pavos o cerdos; trillos, campesinos en su esencia…, y emigrantes, muchas imágenes de aquellos emigrantes que se marcharon a ganarse el pan, con rostros impregnados de una mezcla de expectativas, añoranzas, tristezas, ganas de levantar a su familia si estaba con ellos, o de volver a su seno si se había quedado allá abajo, porque las familias siempre se quedan allá abajo. Entre esas fotografías, en las de los años cincuenta y sesenta se ve cómo un pueblo poderoso en esos tiempos va perdiendo poco a poco a sus gentes, a muchas de sus gentes, cómo van engrosando barrios en los alrededores de Barcelona. Allí nacerían niños y niñas, algunos de ellos auténticos personajes del deporte, política, investigación…, allí, arriba, y a veces vuelven al pueblo de sus padres, donde son reconocidos por la pinta, y por los apodos o motes, además de por salir en televisión con la bandera de España mientras suena el himno.
Sí, esa labor de reconstrucción de un pasado casi inmediato, pero ya tan lejano, esa es la que hacen estas páginas, estos blogs, estos espacios en los que la gente sube lo que hasta esos momentos son sus recuerdos, y los hacen públicos, y con ellos ayudan a que no se nos olvide de dónde venimos, cómo eran y vivían nuestros abuelos o bisabuelos, cómo eran nuestros padres cuando tenían nuestra edad, cuáles eran sus costumbres, hasta qué punto la sociedad ha cambiado por fuera, pero mirando a los ojos de los protagonistas veremos que nosotros, los de entonces, tampoco seguimos siendo ya los mismos, que ahora los mismos son también quienes llegan de más al sur, como entonces llegaron nuestros padres, como ahora llegan, porque así lo quiere quien gobierna, nuestros hijos a ese norte de habla diferente, de costumbres diferentes, de clima diferente. Pero ellos, los que se van al norte, como los que llegan del sur, tienen los mismos sueños: vivir.