Granada ha estado espléndida durante la semana pasada. Todo ha acompañado, clima, gente, turismo, la organización municipal, la calidad y arte de sus cofradías… Todo ha permitido que los dineros entren a espuertas en los negocios que atienden estas fuentes, la imagen ha sido envidiable, y todo el mundo feliz. Aquí no ha habido avalanchas ni estampidas, no hemos salido en los medios por sucesos desagradables, tampoco por los agradables, que es la tónica porque funcionan otros intereses. El caso es que nuestra Semana Santa es posible que ya atraiga hasta la provincia un número muy importante de visitantes, y también es posible que el personal de aquí sienta que esta no es la Semana de antes, cuando todo era mucho más próximo, más íntimo, cuando los bares seguían reconociéndote porque no se inundaban de clientes de paso que arrinconaban a los autóctonos. Ahora, a veces, dan ganas de hacer de turista en otros lares mientras el personal toma este espacio, y viajar, y gastar los euros en otros bares en los que haya que pagar la tapa. Y todo es posible, y nada es malo ni bueno per se. Tal vez este turismo nos robe un trozo del espíritu aquel en beneficio de los ingresos, de la divulgación de una tierra a la que llegan por carretera, porque por los cielos es complicado, a pesar de que algunos estén tan felices por esos dos vuelos desde las extranjerías (mire a nuestra vecina Málaga), y por los raíles es lo que se viene llamando imposible, porque nos han echado el cartel de No hay servicio. Que sí, que las calles se llenan de turistas, la ciudad bulle, y los camareros (muchos de ellos parados ya de nuevo) revientan de trabajo, y los hoteles y hasta los parajes naturales se inundan. Pero los trenes que nunca llegan miran hacia atrás, ahora, que hace 25 años llegaron a Sevilla. Son los años que nos lleva de ventaja, aunque en algunas cosas no se note demasiado. En otras sí, y mucho. Piden, claman, exigen, y como están en Andalucía, que no lo es en exclusiva, pues parece que Andalucía, toda ella, está unida con AVE con el resto desde ese tiempo. Pero es cosa de paciencia, en 25 años tendremos AVE que, entrando en superficie y partiendo la ciudad en dos, y dando una leve vuelta por Málaga y Córdoba, nos llevará a cualquier sitio; y a este ritmo, nuestro aeropuerto ya tendrá por lo menos seis vuelos a ciudades no hispanas, y a precios solo el doble que desde Málaga. Mientras, nuestras calles reventarán de turistas que lleguen a ver nuestros pasos, a comer nuestras tapas y a descubrir los Cahorros y la Alpujarra. Y nosotros ya nos habremos ido, aunque no sabemos cómo ni dónde, porque eso solo lo sabe quien planifica, y ese de Granada, lo que es de Granada, no es. O se ha mudado y hasta el acento lo tiene diferente para que no se le note.