La prisa está rompiendo nuestra vida, condicionada ya por las tecnologías que vinieron para una cosa muy diferente a la que están haciendo. Eso ocurre con muchos caminos de la vida, que en lugar de llevar a tu destino llevan al suyo, porque quien los diseña está pensando en su interés, no en el de quienes los van a recorrer, y como cada día estamos más presos de las decisiones ajenas, cada día los caminos nos llevan hacia donde otros han decidido, mientras nosotros chateamos, guaseamos y dejamos que nuestros ojos, que son para toda la vida, se vayan achicharrando con las minúsculas letras de la pantalla. Pero los Reyes y las Reinas, que además de ser Magos son tradicionales, se limitaron a arrojar los caramelos para que niños y abuelos volviesen a casa con los bolsillos repletos. Luego, mi amigo Manolo les ayudará a quitar las caries mientras ellos le ayudan a pagar las cortinas de la consulta. Y es que las cosas van avanzando, o al menos eso nos hacen creer los nuevos hipermultimillonarios de las empresas tecnológicas. No hace falta estar cerca para estar comunicados, y cuando estamos cerca tampoco hace falta comunicarse, ya lo hacemos con los que no están. Ni tan siquiera es preciso saber escribir, y mucho menos a mano. La caligrafía es un invento que está en la nevera de los recuerdos. Y de la ortografía mejor ni hablar, los correctores cumplen su función, y a la vez son la excusa perfecta. Mientras, los dedos, se van alargando, sobre todo el gordo, cuyas funciones se han redefinido para el uso de los aparatos de ahora. Quién nos iba a decir hace unos años que se podría escribir con el dedo gordo, ¿se imagina? Y ahora los jóvenes tienen con él unas destrezas que ya las quisieran para escribir en papel con un lápiz. Pero los Magos y Magas de Oriente atienden y han atendido todas las cartas, incluso las llegadas por correo electrónico, por guasap, tweets o messenger, y podrían haber enviado los regalos por el mismo medio, aunque después los afortunados habrían tenido la misma dificultad en utilizarlos que los Reyes en descifrarlas. Aquellas cartas escritas en papel, con sus dibujos y letras torcidas, escritas con los corazones de quienes saben que llegarán a su destino, a las manos mágicas de quienes los quieren, protegen y obsequian, aquellas cartas ya están quedando como una reliquia de los que aún no tienen acceso a las tecnologías, afortunados ellos que hablan aún con sus padres y amigos, que riñen mirándose a la cara, sin poner dibujitos que ellos no han hecho, que se despiden con un buenas noches y un beso que llega al alma de quien lo recibe. Afortunados quienes aún abrazan antes de cerrar los ojos cada noche, y aguardan a que de madrugada lleguen Sus Majestades, con sus camellos y sus pajes, porque de ellos es el presente.