Cuando verdaderamente estamos cansados, algunos, de escuchar palabras vacuas y sandeces que nos llegan habladas o por escrito, en directo o en diferido, de diversa temática es reconfortante que en el templo de la sabiduría, que es nuestra Universidad, se oiga en las aulas, –a diario salvo excepciones, porque nadie es perfecto– la voz y el pensamiento de profesores, hombres, mujeres y viceversa que, vocacionalmente, son enseñantes, formadores universitarios. Todos dedican su tiempo y talento y forman parte de una cadena hereditaria que se transmite, de generación, en generación y que, profesionalmente, al final, tiene como beneficiaria a la sociedad. Continuar leyendo →