Náufragos de pago

Empleados de Docastaway, frente a una de las islas de su catálogo. :: IDEAL
Empleados de Docastaway, frente a una de las islas de su catálogo. :: IDEAL

A veces uno piensa, ante tanta turbulencia y tanto desastre, que lo mejor es marcharse a una isla desierta y aislarse de la realidad. Marlon Brando, después del rodaje de la película «Rebelión a bordo», se compró en 1976, una isla en el atolón de Tetiaroa, en Tahití. Tom Hanks estuvo a punto de adquirir la isla en la que rodó su película «Náufrago», pero no hubo dólares para ello. Fichare Branson es el dueño de Mosquito Islandia. Leonardo Di Caprio disfruta de una en Belice, como Johnny Depp («Piratas del Caribe»), que la tiene en las Bahamas. Pero también hay quienes renuncian a la isla y a sus muertos. Athina Onassis ha vendido Scorpios, donde está enterrada su familia, a una millonaria rusa.

El ingenio activa el cacumen con resultados sorprendentemente eficaces en esta circunstancia de desempleo y escasos horizontes de futuro, y los jóvenes emprendedores optan por explorar territorios emergentes, lo que conlleva el desarraigo familiar, «sine die», o dejan volar sus creativas ideas «in situ» hasta dar, cáspita, con algo que funciona. Es el caso del joven economista granadino Álvaro Cerezo, que valiéndose de su ordenador doméstico ha creado la primera empresa mundial de ocio para gente aventurera que quiere experimentar la proeza lúdica de vivir como un náufrago en islas desiertas.

El proyecto, puesto en marcha con el reclamo anglosajón de Docastaway (www.docastaway. com), está teniendo miles de entradas de potenciales clientes de todo el mundo, con curiosas individualidades que forman parte del incipiente fichero de los náufragos de pago y amplios reportajes en revistas, emisoras de radio y televisiones nacionales e internacionales de viajeros, como «BBC World News», «Daily Mail», «La República» o Canal Plus de Francia, que inciden en la singularidad de este tipo de propuesta.

Es curioso que a un economista se le ocurra pensar en los náufragos. «Todo comenzó en La Herradura, con ocho años», comenta Álvaro. «En el límite del Parque Natural de Maro -que posee impresionantes calas-, yo consideraba que eran islas desiertas. Arrojaba botellas con mensajes al mar y me imaginaba que era un náufrago y que había alcanzado la orilla, pero que tenía que sobrevivir en la soledad. Fueron sensaciones inolvidables que hoy comparto con mucha gente del mundo». Pero Docastaway tiene demandas de náufragos de primera, segunda o tercera categoría. «Claro, porque depende del nivel de aislamiento que cada cliente desea. Existen islas de gran confort, de aislamiento medio (High Privacy Villas) o Blue Lagoon, que son de aislamiento máximo».

Este joven empresario, cuya página web es una de las cincuenta más consultadas del mundo, asegura que, hasta ahora, el cliente que más le ha impresionado ha sido el también empresario francés Gauthier Toulemonde. «En efecto, fue impresionante ver a este famoso personaje que decidió lanzarse a trabajar en una de nuestras islas desiertas de Indonesia y, desde allí, dirigir su grupo mediático. El mérito de este cliente es que a sus 55 años, y sin conocimientos básicos de supervivencia, se enfrentó a una valiente experiencia de 40 días en el modo aventura y con aislamiento total. Aunque, por su personalidad, tuvo que soportar una enorme presión de televisiones y periódicos internacionales que siguieron de cerca sus peripecias día a día».

Para vivir en una isla desierta, desde ahora, gracias a este creativo granadino, no hace falta ser famoso ni disponer de una gran fortuna. Las estancias son relativamente cortas, pero si alguien quiere prolongarlas y se aburre, lo mejor es hacerse acompañar por una náufraga, que también tiene su encanto. Lo esencial es el concepto originario, que nace de la libertad individual de un hombre solo con su soledad.

Que es lo que experimenta el náufrago y que inteligentemente ha sabido ofrecer, ahora, Álvaro Cerezo, que fue naufrago en su imaginativa infancia.

1 Comentario

  1. ¿Qué tal una isla para políticos náufragos? No me refiero a enviar allí a quienes han naufragado en política, que esos habrán podido salvar su alma, sino a quienes la ejercen con bastón de mando. Sería como un retiro, con sus ejercicios espirituales incluidos, que pondría a prueba su templanza y les mostraría el camino de la salvación. Y, con un poco de suerte, a lo mejor les gusta y se quedan allí. Como Marlon Brando.

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