Como todas las celebraciones tienen sus octavas, en el caso eclesiástico no aludo a los acrósticos versos de Fernando de Rojas, me quiero referir al profundo silencio, jamás conocido, salvo en la época del nacional catolicismo, donde no solo se prohibía el cante callejero y la música no clásica en las emisoras de radio, sino cualquier manifestación fuera de la liturgia y oficios cuaresmales que en este país, la iglesia y el pueblo, compartían confesionalmente. Continuar leyendo →