Hace años que la Unión Europea advierte del peligro que representa este
combustible que en Japón, por ejemplo, tiene un uso residual
Hace unos días se publicaba en El Garaje Ideal qué hacer con la contaminación en
la ciudad de Granada. Se comparaba con Madrid por el índice de contaminación que
sufre la ciudad de la Alhambra (y sus habitantes) y por las innovaciones que
podría introducir sin que los gases contaminantes acaben por pasar demasiada
factura a la ciudadanía.
Hoy es la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, la que da un paso más en este
sentido y apuesta por que los coches diésel se queden fuera de Madrid en el año
2020, como horizonte. La alcaldesa se pertrecha en lo «extraordinariamente
peligrosos por las partículas que generan» que son estos coches, además de
lanzar otras propuestas como restringir el acceso a todo el centro en 2017,
llevar los parquímetros a barrios de fuera de la M-30 y ampliar la bicicleta
pública con nuevos contratos al margen de BiciMad.
Estas ideas que hoy, en enero de 2016 pueden parecen escandalosas, no tendrían
porque parecerlo tanto. El diésel es un enemigo no muy silencioso pero si
invisible que nos mata a todos un poco cada día. Además, es el principal
responsable de la multiplicación y desarrollo de las alergias primaverales que
cada vez sufren más personas. Algunas partículas de este combustible son las que
se adhieren a las plantas que provocan las alergias y hacen que su efecto en las
personas alérgicas sea mucho mayor. En 2012, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, un organismo de la OMS, elevó el humo de motores diesel a la categoría de ‘cancerígeno’ para humanos. Desde 1988 estaba considerado como ‘probablemente cancerígeno’. Parece que en esto nos jugamos parte de nuestra salud, que no es poco.
El reto será qué hacer con los camiones y las furgonetas, esenciales para el desarrollo de un país y que serían los más perjudicados por esta situación. Ahí es donde podría tener hueco la innovación en aras de la sostenibilidad, pero también las ayudas económicas que tuvieran como objetivo habitar en un país más limpio. Son las administraciones, y los políticos los que tienen que actuar a golpe de legislación, ya que el ciudadano está ‘condenado’ a elegir lo que sea mejor para su bolsillo.
Además, si echamos un vistazo al exterior podemos ver que países como Japón han dejado de lado los vehículos que utilicen el diésel. Hace años que las autoridades realziaron campañas y endurecieron la normativa para poner coto a la contaminación. El resultado es que hoy en Japón el aire es mucho más limpio y la calidad de vida ha aumentado. Además, los japoneses apuestan por los modelos de Toyota más limpios, lo que hace que la apuesta que en su día hicieron los gobernantes del país revierta en beneficio propio y los japoneses puedan sentirse orgullosos de (algunos) sus gobernantes y empresas.
todo lo malo hay que eliminarlo