Inteligencia artificial para recuperar la humanidad

La revista Fortune informó hace un par de semanas de la puesta en escena de la red social de negocios desarrollada por Facebook: Workplace. Ésta es una versión profesional de la aplicación ya conocida por todos los usuarios, a la que se puede acceder desde los sistemas IT internos de una empresa con la opción de enlazar la cuenta personal. La idea es trasladar el concepto de relaciones de la famosa red al ámbito empresarial para favorecer la comunicación entre empleados y entre estos y la compañía, en cualquier dirección. Con ello, se pretende que todas las personas que trabajan para una misma organización, con independencia de la distancia geográfica que pueda haber entre ellas, puedan estar conectadas, compartan información y conocimientos relevantes para el desempeño de cualquier tarea, de manera que se enriquezca la inteligencia colectiva y se contribuya a incrementar su valor competitivo.

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Danone, Booking, Columbia, UST Global. Banco Real de Escocia, Telenor, TBWA o Telekom son algunas de las compañías que ya han adoptado este nuevo sistema de comunicación interna y de interacción que va a suponer una redefinición de los entornos corporativos y de gestión de proyectos al facilitar, mediante diversas herramientas ya familiares, el trabajo en equipo y la no dependencia de un lugar físico para poder ejecutar las tareas cotidianas. Compartir ficheros, fotos, vídeos, crear grupos de discusión, disponer de mensajería instantánea o abrir chats en tiempo real, organizar agendas o coleccionar noticias relacionadas, son algunas de las opciones que permiten facilitar el día a día a sus usuarios, sobre todo en organizaciones flexibles que atraen a personas comprometidas con sus valores corporativos y que defienden y comparten sus estrategias y metodología de trabajo.

Aunque ya existen otras herramientas similares en el mercado, también de pago como Workplace, la ventaja de esta última es que usa los mismos recursos gráficos y usabilidad que Facebook, por lo que es una solución enormemente intuitiva y fácil de adoptar desde el primer instante. Pero igualmente se convierte en la puerta de salida de información hacia la gran red social, hecho que supone un hándicap importante para cualquier empresa que no le seduzca la idea de compartirla con aquélla.

Los avances de la tecnología, como en este caso, favorecen el crecimiento de la empresa en términos económicos al habilitar recursos que le proporcionan ciertas ventajas operativas y competitivas, traducible también en una posible expansión e incremento del número de empleados. En otros casos, han venido a significar la destrucción de empleo debido a que determinados procesos y tareas susceptibles de ser automatizados han sido asumidos por máquinas, más eficientes, incansables y poco dadas a cometer errores.

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Por un lado los robots asumiendo tareas manuales y, por otra parte, lo que ha venido a denominarse la inteligencia artificial integrada en grandes ordenadores para realizar infinidad de operaciones en tiempos mínimos o para procesar complejos algoritmos capaces de aprender de sí mismos, suponen una grave amenaza para los trabajadores de determinadas empresas de los sectores industrial y de servicios. No obstante, podrían ser una gran oportunidad si tuviéramos la visión necesaria para hacer de las máquinas elementos complementarios y no substitutivos de la mano y la mente humanas; en otras palabras, catalizadores de gran alcance para restaurar nuestras capacidades humanas (J. Hagel) en entornos cada vez más automatizados.

Desde la revolución industrial, las palabras escalabilidad y eficiencia han imperado en cualquier modelo económico para permitir alcanzar rápidos crecimientos que nunca se sostuvieron por mucho tiempo. La historia está plagada de crisis y grandes recesiones fruto del colapso de sistemas que antepusieron las cifras a las personas. Uno de los recortes que siempre se hacen para sanear la cuenta de resultados es el capítulo de los costes en recursos humanos. Este comportamiento empresarial recurrente desprecia la fuerza de la imaginación de los trabajadores pues plantea la substitución de estos por máquinas para realizar tareas estandarizadas, pero no reformula la actividad del personal para generar nuevas actividades, al margen de los procesos automatizados, que pongan en valor su creatividad y experiencia para generar nuevas líneas de negocio o establecer procesos de evolución y mejora continuas.

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La eficiencia puede ser también escalable, pero ¿hasta dónde? Quizá hasta donde el punto de retorno coincida con el colapso del sistema y con la necesidad obligada de dotar de más protagonismo a los empleados que, siendo diseñadores de las estructuras y herramientas de apoyo, complementan a éstas para dotar de mayor estabilidad a la empresa y al mercado desde la perspectiva de una renovada formulación de la naturaleza de su trabajo.

Las máquinas y la inteligencia artificial no deberían ser competencia sino aliados necesarios para asumir las tareas rutinarias que aportan poco valor y para proporcionar la información que preciamos para que la imaginación y la creatividad tomen más protagonismo.

 

José Manuel Navarro Llena

@jmnllena

 

 

 

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