Aunque el concepto de “Industria 4.0” se ha acuñado pensando más en las fábricas que en el cualquier otro sector productivo, creando un símil con lo que sería la cuarta revolución industrial, el concepto puede valer para cualquier actividad, desde la agricultura hasta el sector servicios.
Las nuevas tecnologías están acelerando vertiginosamente la digitalización de todos los procesos productivos (desde la cadena de suministros hasta la distribución de productos o su comercialización), creando una fusión entre dos mundos, el real y el virtual, con el doble objetivo de ser más eficientes (mayor producción a menor coste) y ser más flexibles respecto de la demanda del mercado.
No se trata solo de automatizar los procesos que componen la “maquinaria productiva”, sino de facilitar el flujo de información entre todos los niveles de la empresa y, a su vez, entre estos y los usuarios. Esta mayor conectividad exige ir más allá de la transformación digital tan mencionada últimamente en todos los ámbitos y, especialmente, tan enarbolada por los estamentos políticos como si fuera la solución última a los problemas de desarrollo económico. Se trata, además de usar la tecnología para garantizar los niveles de calidad (depurando los errores, reduciendo los tiempos e incrementando la seguridad), de favorecer la adaptación de los productos o servicios en función de las demandas del mercado, de forma general o personalizando la oferta en base al perfil individual de cada cliente.
La información, en lugar de engrosar un “big data” mediante la captación masiva de datos para ejecutar infinidad de procesos analíticos, fluye en la organización con diversas finalidades: favorecer la toma de decisiones, detectar oportunidades de mejora desde cualquier área, generar una mayor conectividad entre todos los miembros de la empresa, anticiparse a la competencia adivinando las tendencias del mercado y, finalmente, crear una nueva forma de diseñar los procesos productivos.
La industria 4.0 postula la convergencia entre las tecnologías de la información y las nuevas tecnologías de operaciones en un escenario más colaborativo, ya que toda la organización accede a cualquier dato relevante, de manera que se maximizan las oportunidades de mejora y se reduce la producción de errores.
Esta cuarta revolución integra sistemas avanzados como la inteligencia artificial (AI), “internet de las cosas” (IoT), robótica (Bots), tecnologías cognitivas, “machine learning” y ahora blockchain, que han de dar respuesta a los requerimientos de la organización en función de sus necesidades y capacidades. No todas son útiles para todo, cada una ha de estar desarrollada para según para qué finalidad. En todo caso, el flujo de información que generan sigue el esquema que se ha llamado P2D2P, o Physical to Digital to Physical. Es decir, la captura de datos en el mundo físico pasa al entorno digital donde son tratados, analizados, interpretados, incrementados o enriquecidos, compartidos y, finalmente, distribuidos para tomar decisiones, lanzar transacciones o estrechar relaciones con el mercado real, el físico, donde se generan acciones comerciales o se provocan movimientos y cambios en otras organizaciones.
La industria 4.0 también afectará a la sociedad en general debido a que nos enfrentaremos a nuevas fórmulas de relación con las empresas, desde chatbots para atender consultas hasta ser autosuficientes para gestionar nuestro patrimonio sin intermediarios financieros. Nuestras expectativas y experiencias de consumo van a cambiar tan rápida y drásticamente, que algunas compañías han creado la figura del CXO, Chief Experience Officer o Director de Experiencia de usuario. Es el responsable de diseñar la experiencia del cliente en su relación con la empresa, a través del consumo de sus productos o servicios y en cualquiera de sus canales de distribución o puntos de contacto. Además, será el encargado de revisar la coherencia y consistencia de la información que fluye en la organización, en especial la gestionada por las áreas de marketing, relaciones institucionales, órganos de gobierno y recursos humanos. Para ello, debe participar en la selección de las tecnologías digitales que se van a usar y ordenar su implementación hacia dentro y hacia fuera de la organización. Y, en definitiva, debe poner en valor el uso de la información en aquel flujo llamado P2D2P.
Según la consultora Deloitte, los impactos de la industria 4.0 se reflejarán en tres niveles íntimamente relacionados: en las organizaciones, su capacidad de ajustarse y aprender de los datos en tiempo real hará que éstas sean más receptivas, proactivas y predictivas; en las personas puede definir diferentes roles en función de sus perfiles y posición (empleado o cliente); y en los agentes de cada ecosistema (proveedores, clientes, consideraciones regulatorias, inversores…) estas tecnologías fomentarán interacciones entre cada punto de su red colaborativa.
En resumen, la industria 4.0 genera la oportunidad de que las empresas, según el informe de la consultora Accenture, sean más inteligentes, conectadas, vivas y capaces de aprender continuamente. Ello aportará un valor diferencial a los clientes y nuevas vías de ingresos a las compañías como consecuencia de atraer, formar y retener talento con capacidades digitales y fomentar la colaboración activa entre personas y máquinas.
Todo suena muy bien pero por desgracia, como en las anteriores revoluciones industriales, no todas las organizaciones ni las sociedades se adaptan de forma sincrónica.
José Manuel Navarro Llena
@jmnllena
Hola,
Muy interesante la entrada!
Estoy interesada en empresas orientadas a P2D2P, sabes dónde podría encontrar más información?
Gracias!
Gracias por el comentario.
En el mercado existen muchas empresas dedicadas a extraer y analizar datos del mercado para elaborar estrategias de gestión de clientes. Quizá las más destacadas, desde mi puntos de vista, sean Nielsen, Kantar, Ipsos, Accenture..
Suerte.