Tecnología financiera para la economía circular.

Hace unos días hablábamos de economía circular y de las dos jornadas que tuvieron lugar en Granada, una centrada en la economía del agua y otra en la gobernanza en ciudades. Recordemos que “el concepto de “economía circular” nació hace prácticamente cuatro décadas como intento de reproducción de los procesos no lineales que tienen lugar en el medio ambiente sobre el modelo de economía imperante en todo el mundo […] para dar respuesta a la necesidad de encontrar soluciones al desajustado consumo de recursos naturales, a la excesiva contaminación medioambiental y al inevitable cambio climático al que vamos abocados como consecuencia de la desequilibrada relación de la especie humana con su entorno”.

Muchas de estas soluciones deben pasar por el tamiz de una educación diferente, basada en aquellos valores que dan solidez a la corresponsabilidad de nuestras acciones y en el conocimiento de nuestro entorno inmediato como palanca para respetar el que está más allá de donde alcanza nuestra mirada; también, como consecuencia, por la creación de hábitos diferentes que canalicen el consumo hacia lo estrictamente necesario y que deriven los residuos hacia procesos de reciclaje o reutilización; y, como apuntábamos en aquel artículo, por la reformulación del modelo de economía global actual, basado en el crecimiento permanente y en los desequilibrios económicos y sociales.

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Si repasamos con detalle las grandes revoluciones industriales que nos han traído hasta el punto de la historia en la que nos encontramos, la tecnología por sí misma solo implicó un pequeño cambio en términos de mejora con respecto a lo que existía antes. El verdadero cambio provino de un salto cualitativo en la mentalidad de quienes aplicaron, además de las invenciones, una combinación de factores y técnicas en torno a ellas para desarrollar nuevas prácticas en la gestión de los recursos y de las personas. El vapor no transformó las fábricas hasta que no se rediseñaron éstas y se definieron nuevos roles para los trabajadores. La luz por sí misma no impulsó la industria hasta que no se crearon nuevos sistemas para su explotación racional y nuevos conceptos de uso para mejorar la productividad. Los ordenadores han revolucionado el esquema de relaciones entre personas y empresas cuando ampliaron su horizonte con la aparición de internet y la generalización del uso de los dispositivos en todas las capas sociales.

La 4ª revolución industrial (4IR), la tecnológica, debe ayudar a la economía circular no solo para encontrar soluciones que simplifiquen y reordenen los procesos productivos para que los residuos puedan ser minimizados y reutilizados y que la energía consumida provenga de fuentes renovables, sino para plantear una nueva lógica conceptual en la que la creación de valor en el modelo económico lo aporte el esquema de aprovechamiento del valor de los propios productos desde el principio hasta el final de su ciclo de vida útil y, más allá, de su reincorporación a la cadena de producción como insumos. En esa lógica conceptual también se debería contemplar el valor que pueden aportar todos aquellos agentes que comercializan servicios que facilitan la eliminación de consumibles o que promueven sistemas para la sensibilización e integración real de sectores de población no incorporados del todo a los procesos económicos.

En este último caso se encuentran las nuevas entidades financieras 100% digitalizadas, como son los Neobancos y los Challenger Banks, los cuales destacan en el nuevo sector de la empresas financiero-tecnológicas (Fintech) al estar concebidos para un perfil de cliente que ha adoptado las tecnologías móviles, cuyo hábitat de uso es internet, que buscan la transparencia y seguridad en las transacciones, y prefieren que la mejor solución para las operaciones financieras debe estar vinculada a la generación de bienestar social.

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Estas nuevas entidades, como la que represento (SEFIDE EDE), se alinean con los principios de la economía circular creando las oportunidades propicias para generar bienestar y crecimiento, al tiempo que ayudan a reducir la presiones sobre el medio ambiente eliminando soportes físicos para cualquiera de sus transacciones financieras.

 Las soluciones que plantean estas entidades digitales favorecen, en primer lugar, la inclusión financiera de sectores con dificultades económicas o residentes en zonas sin cobertura del sistema bancario tradicional, de manera que pueden acceder a productos y servicios sencillos que les faciliten desde el cobro de prestaciones sociales al envío (recepción) de dinero a (de) familiares. En el área de la movilidad permiten el pago de los diferentes sistemas de transporte público sin necesidad de tener que usar tarjetas, tickets ni dinero efectivo, conciliando los trasbordos y simplificando las transacciones para que el usuario se despreocupe en todos sus trayectos.

En el ámbito de la gobernanza aportan soluciones para que el flujo de pagos en las tasas y precios públicos de cualquier administración sea sencillo, seguro y cómodo, ya que evita el uso de documentación física y se pueden satisfacer desde cualquier lugar. Igualmente, sus plataformas dan soporte a los sistemas de “sharing economy” en el que se comparten e intercambian bienes y servicios con diferentes fines, destacando la versión “donation based crowdfunding” para realizar donaciones solidarias.

Como ven, la economía circular también necesita la tecnología financiera.

 

José Manuel Navarro Llena

@jmnllena

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