«La Sociedad Comprometida»
Hace unos días comentábamos que los especialistas reunidos en Granada con motivo del XX aniversario de la creación de la Ley de Espacios protegidos de Andalucía concluyeron, entre otras cosas, sobre la necesidad de “Sensibilizar de los ayuntamientos sobre la importancia de dotarse de planes urbanísticos municipales que den respuesta pormenorizada a las necesidades de protección y puesta en valor de la arquitectura y el urbanismo tradicional…” y que en dicho sentido, entre los objetivos fundamentales de los Planes Urbanísticos, PGOU, deben encontrarse los de:
a. Proteger y poner en valor el patrimonio cultural y etnográfico
b. Garantizar la integración de los nuevos crecimientos con el núcleo tradicional
c. Controlar los procesos de transformación del medio rural
Y ello es así porque la legislación actual otorga una amplia autonomía a los municipios en el campo del urbanismo, la cual se traduce entre otras cosas en la potestad de formular su plan urbanístico municipal. Constituye pues una extraordinaria posibilidad, y también una obligación, para que desde la esfera local se reflexione sobre el futuro que queremos para nuestros pueblos, para nuestras ciudades.
Por tanto, los PGOUs han de ser mucho más que simples documentos que definan alineaciones y alturas, o que posibiliten que se pueda construir en determinados espacios. Es responsabilidad de todos, aunque especialmente de los técnicos redactores y de los representantes políticos municipales, el que estos potentes instrumentos den respuesta a todas las necesidades de ordenación de cada municipio, pero desde planteamientos de respeto y protección del patrimonio cultural local, del que el paisaje, la arquitectura y el urbanismo tradicional son una parte esencial, que muchas veces, demasiadas veces, dañamos de manera absurda e irreversible.
Constituye esta, por tanto, una temática que merece ser abordada con detalle en el futuro, pero a modo de síntesis quiero rescatar lo que en su día se denominó Decálogo para la promoción y protección de la arquitectura y del paisaje, como consecuencia de unas jornadas de debate que tuve la ocasión de dirigir (Capileira 1996) organizadas por Iniciativas Líder Alpujarra y el colectivo Abuxarra… (Se me vienen al recuerdo las aportaciones apasionadas de mis amigos Pedro J. Lara, Mª Aragón, Carmen Rodríguez, o Pepe Jesús, o Juan Antonio Díaz… a todos ellos, les agradezco su esfuerzo).
Este manifiesto constituye una llamada al compromiso colectivo, de las administraciones públicas, de las asociaciones y colectivos ciudadanos, y de los particulares, de cara a:
“…es objetivo básico promover actuaciones que se orienten hacia la puesta en valor de la arquitectura tradicional y de su paisaje singular, que impidan o, al menos, minimicen su transformación, y garanticen la integración de las futuras intervenciones dentro de su entorno, sea urbano o no.
Además del establecimiento de cautelas conducentes a esos objetivos, se propone el siguiente DECÁLOGO de recomendaciones aplicables tanto a las actuaciones de rehabilitación como a aquellas otras de nueva construcción:
1. La rehabilitación debe ser la actuación básica de intervención, como forma de preservar la autenticidad cultural. Para ello se propone recuperar elementos y materiales que puedan ser reutilizables, con objeto de mantener el carácter de arquitectura tradicional.
2. Fomentar el uso de los sistemas constructivos tradicionales contenidos en el acervo cultural de la comarca.
3. Posibilitar la integración de nuevas tecnologías y materiales, a tenor de la creciente exigencia en la mejora de la calidad de vida de los habitantes, con lo esencial de la arquitectura vernácula (y sus variantes), compatibilizándolas.
4. Impulsar las técnicas constructivas tradicionales con la recuperación de una albañilería especializada en las mismas.
5. Las nuevas edificaciones se adecuarán a las características volumétricas de composición, de materiales, de texturas y de colorido al entorno en el que se ubiquen. Para este cometido se propone:
I. Promover el uso de los sistemas constructivos tradicionales.
II. Adaptar las nuevas construcciones a la topografía, disponiéndose los cuerpos de edificación de forma escalonada, cuando ello sea necesario.
III. Incorporar en el diseño las invariantes tipológicas de la arquitectura tradicional, con sus variantes locales, al menos en lo que se refiera alturas, volúmenes, tipo de cubierta, cerramiento, proporción de huecos, acabados y carpintería.
6. Preservar las perspectivas panorámicas actuales desde viarios y espacios públicos, así como respetar, en lo posible, los derechos históricos a las vistas y al paisaje.
7. Garantizar la integración de la obra nueva dentro del conjunto preexistente, huyendo de la tendencia a singularizar el nuevo edificio. Para ello es necesario que los proyectos técnicos incorporen documentación gráfica y escrita que justifique la adecuación de la obra propuesta a las características del entorno (inclusión en el tejido urbano; articulación volumétrica con los edificios colindantes; integración compositiva de las fachadas; texturas y materiales propuestos).
8. Resolver con idéntico cuidado y control las construcciones auxiliares o secundarias, tales como chimeneas, bancos poyetes, tinaos, caños, emparrados, arriates y alcorques, placetas, jardines, paratas, balates, etc.
9. Los Ayuntamientos con la colaboración de otras instituciones, promoverán la dotación de planes urbanísticos municipales que den respuesta pormenorizada a las necesidades de protección y puesta en valor de la arquitectura tradicional, de los elementos más relevantes del patrimonio cultural y etnográfico, local y del paisaje urbano y rural, al tiempo que garanticen la correcta integración de las nuevas construcciones que hayan de realizarse.
10. Las entidades públicas y privadas deberán desarrollar campañas de concienciación orientadas a la población sobre la importancia de preservar la arquitectura autóctona como uno de los principales rasgos de diferenciación e identificación de la comarca, que se configura en si misma como uno de los recursos económicos más importantes y estables a largo plazo…”
Tan sólo hecho de menos es este magnífico listado indicaciones para lograr una construcción sostenible, especialmente en la rehabilitación de núcleos rurales. También pienso que ha de intentarse conseguir la «modernización» de infraestructuras urbanas de las que están dotados nuestros pueblos y ciudades, lo que por otro lado conyevará la longevidad de las ciudades y sus elementos de valor.
Gracias Rafael, tienes toda la razón pero ten en cuenta que este decalogo fue elaborado en 1996 cuando este concepto estaba aun poco arraigado. Te propongo que nos propongas un texto para la incorporporacion de la sostenibilidad al apartado 2 del decálogo, vale?
Será un placer colaborar en la elaboración de un documento tan necesario como este.