4º ANIVERSARIO DE LA CIUDAD COMPROMETIDA (I)

“La Ciudad Comprometida”

Esta semana este blog cumple 4 años. En un momento donde todo cambia y nada permanece, nos tenemos que alegrar que esta aventura continúe ofreciendo un espacio de difusión y debate para todo aquel que quiera acercarse a los principios que mueven La Ciudad Comprometida. Prueba de ello son los casi 1.000 artículos y más de 3.300 comentarios que alberga la web.

Para celebrar este aniversario os proponemos recordar durante las siguientes dos semanas algunos de los artículos más destacados del último año.

Hoy comenzamos recordando el artículo titulado “¿Degradación o revitalización? ¿Ruptura o integración?

¿DEGRADACIÓN O REVITALIZACIÓN? ¿RUPTURA O INTEGRACIÓN?

En «La Ciudad Comprometida» hablamos bastante, como sabéis, sobre la necesidad de  reciclar los edificios. Y lo hacemos desde una triple perspectiva: primero desde el punto de vista de la sostenibilidad, ya que la rehabilitación permite alargar la vida útil de los edificios y reducir por tanto su huella ecológica; segundo porque la rehabilitación nos permite conservar y revitalizar los mejores ejemplos de la arquitectura heredada (sea de interés monumental, tipológico o ambiental, y ya se trate de bienes culturales de valor histórico, defensivo, industrial, o etnológico), a modo de pequeñas joyas que con su  presencia cualifican nuestros entornos urbanos y rurales; y tercero porque en el caso de los centros históricos las estrategias de rehabilitación urbana son imprescindibles para garantizar su autenticidad cultural, como alternativa a la práctica lamentablemente utilizada en tantas ciudades que consienten la sustitución progresiva de sus inmuebles  lo que suele llevar a una transformación  tipológica y también social, que los despoja de valor cultural y de vida…

Pero en el presente artículo querría centrarme en la polémica que muchas veces suscitan algunas intervenciones «supuestamente rehabilitadoras» en los círculos profesionales o en los colectivos  más sensibilizados con el patrimonio histórico, sea por la excesiva transformación arquitectónica que proponen, sea por proponer un cambio de uso del edificio original, sea por propiciar la transformación del carácter del entorno originario…. Es decir, ¿Hasta dónde debemos llegar con la rehabilitación de los edificios?

Convento Jesus del Valle. Granada

Convento Jesus del Valle. Granada

Y para ilustrar este tema propongo rescatar una polémica que cíclicamente se abre en mi ciudad de Granada (Andalucía, España) sobre la rehabilitación/transformación para uso hotelero del antiguo Convento de Jesús del Valle, en las riberas del río Darro, y a la sazón en el entorno territorial de La Alhambra, que siempre suscita una fuerte oposición por parte de los sectores sociales relacionados con la defensa del patrimonio o los de corte ecologista… Recordaremos que se trata de un conjunto conventual inscrito recientemente en el Catálogo General del Patrimonio de Andalucía pero que tras años de abandono (y, porqué no decirlo, de expolio) hoy sufre un alto deterioro físico y patrimonial que amenaza incluso a la integridad de sus estructuras… y que ha supuesto la «desaparición» de la práctica totalidad de sus bienes muebles (carpinterías, armaduras, rejería, etc) y de su valor cultural arquitectónico. Y recordemos asimismo que se encuentra ubicado en un contexto rural de alto valor cultural al estar relacionado con la captación de la Acequia Real de La Alhambra y por constituir un memorable paisaje lleno de matices históricos y ambientales.

Patrimonio de la Aglomeración Urbana de Granada, con Jesus del Valle al fondo
Patrimonio de la Aglomeración Urbana de Granada, con Jesus del Valle al fondo

Pero mientras que se dirime el larguísimo debate sobre todas esas cuestiones que sin duda son esenciales para definir las características de la intervención, tales como la definición de los valores patrimoniales de este conjunto arquitectónico, si debería expropiarse o no, a que uso o usos podría destinarse, sobre la mayor o menor compatibilidad para ampliar su superficie construida, o incluso si su recuperación podría afectar negativamente a su entorno paisajístico…. La realidad es entre tanto y tanto debate sobre qué hacer finalmente con este inmueble, sus valores patrimoniales van degradándose paulatinamente tanto por la inacción de sus propietarios (que ya sea por dificultades económicas, sea por la indefinición sobre su destino final, sea por intereses especulativos, están incumpliendo el deber por imperativo legal de su conservación); como, obviamente, también de las administraciones (en este caso la municipal, Granada, y la regional, Andalucía) que subsidiariamente podrían intervenir acometiendo al menos obras de consolidación y de conservación, ya que la legislación cultural así lo prevé, pero… está claro que ya sea porque no se trate de una actuación prioritaria para una u otra administración, o ya sea porque los recursos económicos y la capacidad de gestión de las administraciones públicas en general son limitados y por tanto insuficientes para atender desde lo público a tanta riqueza patrimonial existente, la realidad es la que es y cada vez nos queda menos edificio y menos patrimonio, y por tanto  menos necesidad de rehabilitar… Y como este caso, decenas de situaciones en todas las ciudades y en todos los países, por supuesto. De modo que junto a las dificultades económicas y/o de gestión de las administraciones que ni tan siquiera cuentan con recursos suficientes para atender a las necesidades de conservación de sus propios edificios, nos encontramos una y otra vez con tediosos debates en los que muchas veces se sobreactúa, y que se vuelven irracionales, ineficaces y, por qué no llamarlo así, perniciosos para la defensa del patrimonio que supuestamente buscan.

Por tanto, difícil panorama para la preservación y la puesta en valor de este bien patrimonial (como podría ser de cualquier otro ejemplo), porque a todo lo anterior habría que añadir la notable dificultad, y esta si que es real, para conciliar los puntos de vista de los tres agentes implicados: propietario (empresarial), municipio  (urbanístico y social) y administración cultural (tutela patrimonial).

En fin, os he narrado uno de tantísimos ejemplos que demuestran una gran ineficiencia social, atribuible desde mi punto de vista a todas las partes, fruto de la dificultad/incapacidad de concertación entre las administraciones públicas, de sistemas de toma de decisiones claramente mejorables, y con seguridad de déficit en la planificación urbanística y patrimonial de nuestras ciudades y territorios, lo que impide que ciertas cuestiones esenciales sobre el alcance de la intervención  en este tipo de bienes, ya esté predeterminado en lo posible  de antemano. Por tanto, en general, y no solo en este caso que nos sirve de ejemplo, se necesario exigir a los tres agentes implicados que actúen con responsabilidad, claro, pero también con flexibilidad: ya que corresponderá a los propietarios y a sus arquitectos (y demás asesores claro) intervenciones ejemplares; como corresponderá a las administraciones claridad en sus planteamientos de protección de modo que una vez establecidos sus criterios no se modifiquen y que sean estables, racionalidad a la hora de establecer las exigencias específicas de protección, eficacia para evitar la superposición de competencias de unas y otras, capacidad de concertar soluciones con otros organismos, y agilidad, toda la agilidad posible, porque no hay actuación empresarial que soporte varios años de tramitación… (¡Con la que está cayendo!) Y porque, en definitiva, el daño del abandono, de la rigidez, o de la demora en la intervención lo sufre en última instancia el patrimonio.

La experiencia nos dice que los mejores edificios históricos suelen ser además magníficos contenedores para usos bien diversos, y que incluso muchos de ellos ya lo han experimentado a lo largo de su vida útil. De ahí que, sin negar que en muchos casos pueda ser conveniente que diversos edificios patrimoniales se destinen a usos equipamentales, no deberíamos obcecarnos con esta medida dado que ni los recursos públicos son ilimitados, ni está claro que el mejor destino para dotar de nueva vida a todos los inmuebles que han quedado obsoletos pase por su uso público. Mas bien al contrario, porque no es tan fácil dotar de nuevo uso a los edificios cuyas funciones originales quedaron obsoletas, sobre todo si se trata de complejos de cierta envergadura. Y, claro, no es posible destinarlos todos a usos museísticos o culturales…

De ahí que, desde mi punto de vista, la clave estaría en determinar, a ser posible a priori, los parámetros específicos que garantizarían la bondad de una intervención futura, obviamente dando prioridad a las cuestiones patrimoniales, y dejar lo más abierto posible el uso final en la medida en que su implantación pueda ser compatible con las necesidades de protección y de conservación de sus valores específicos. Es decir, controlar las intervenciones arquitectónicas y funcionales que los vuelvan a llenar de vida, y no tanto en perdernos en los debates que a la postre impidan su regeneración…

Junto a buenos ejemplos de buenas intervenciones de recuperación y cambio de uso, tenemos lamentablemente otros menos ejemplares, pero sobre todo tenemos innumerables casos de edificios abandonados, sin uso, degradándose a marchas forzadas, en lo que sin duda es un pecado por inacción o por rigidez que no deberíamos permitirnos….

Antiguo Convento de Santa Paula, actualmente con uso hotelero
Antiguo Convento de Santa Paula, actualmente con uso hotelero

Para ello, la experiencia demuestra que los planes específicos para la protección de los centros históricos, los planes directores de los monumentos y bienes más complejos, junto con la elaboración de los catálogos de protección del patrimonio, constituyen adecuadas herramientas para la tutela y también para el impulso de la revitalización del patrimonio heredado.

Plan Especial de Protección y Catalogo del Sector Alhambra. Granada
Plan Especial de Protección y Catalogo del Sector Alhambra. Granada
Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón. Granada
Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón. Granada
Ejemplo de Ficha de Catálogo de Protección del Patrimonio Cultural
Ejemplo de Ficha de Catálogo de Protección del Patrimonio Cultural

 

¿DEGRADACIÓN O REVITALIZACIÓN? ¿RUPTURA O INTEGRACIÓN?

«La Arquitectura Comprometida»

En «La Ciudad Comprometida» hablamos bastante, como sabéis, sobre la necesidad de  reciclar los edificios. Y lo hacemos desde una triple perspectiva: primero desde el punto de vista de la sostenibilidad, ya que la rehabilitación permite alargar la vida útil de los edificios y reducir por tanto su huella ecológica; segundo porque la rehabilitación nos permite conservar y revitalizar los mejores ejemplos de la arquitectura heredada (sea de interés monumental, tipológico o ambiental, y ya se trate de bienes culturales de valor histórico, defensivo, industrial, o etnológico), a modo de pequeñas joyas que con su  presencia cualifican nuestros entornos urbanos y rurales; y tercero porque en el caso de los centros históricos las estrategias de rehabilitación urbana son imprescindibles para garantizar su autenticidad cultural, como alternativa a la práctica lamentablemente utilizada en tantas ciudades que consienten la sustitución progresiva de sus inmuebles  lo que suele llevar a una transformación  tipológica y también social, que los despoja de valor cultural y de vida…

Pero en el presente artículo querría centrarme en la polémica que muchas veces suscitan algunas intervenciones «supuestamente rehabilitadoras» en los círculos profesionales o en los colectivos  más sensibilizados con el patrimonio histórico, sea por la excesiva transformación arquitectónica que proponen, sea por proponer un cambio de uso del edificio original, sea por propiciar la transformación del carácter del entorno originario…. Es decir, ¿Hasta dónde debemos llegar con la rehabilitación de los edificios?

Convento Jesus del Valle. Granada
Convento Jesus del Valle. Granada

Y para ilustrar este tema propongo rescatar una polémica que cíclicamente se abre en mi ciudad de Granada (Andalucía, España) sobre la rehabilitación/transformación para uso hotelero del antiguo Convento de Jesús del Valle, en las riberas del río Darro, y a la sazón en el entorno territorial de La Alhambra, que siempre suscita una fuerte oposición por parte de los sectores sociales relacionados con la defensa del patrimonio o los de corte ecologista… Recordaremos que se trata de un conjunto conventual inscrito recientemente en el Catálogo General del Patrimonio de Andalucía pero que tras años de abandono (y, porqué no decirlo, de expolio) hoy sufre un alto deterioro físico y patrimonial que amenaza incluso a la integridad de sus estructuras… y que ha supuesto la «desaparición» de la práctica totalidad de sus bienes muebles (carpinterías, armaduras, rejería, etc) y de su valor cultural arquitectónico. Y recordemos asimismo que se encuentra ubicado en un contexto rural de alto valor cultural al estar relacionado con la captación de la Acequia Real de La Alhambra y por constituir un memorable paisaje lleno de matices históricos y ambientales.

Patrimonio de la Aglomeración Urbana de Granada, con Jesus del Valle al fondo
Patrimonio de la Aglomeración Urbana de Granada, con Jesus del Valle al fondo

Pero mientras que se dirime el larguísimo debate sobre todas esas cuestiones que sin duda son esenciales para definir las características de la intervención, tales como la definición de los valores patrimoniales de este conjunto arquitectónico, si debería expropiarse o no, a que uso o usos podría destinarse, sobre la mayor o menor compatibilidad para ampliar su superficie construida, o incluso si su recuperación podría afectar negativamente a su entorno paisajístico…. La realidad es entre tanto y tanto debate sobre qué hacer finalmente con este inmueble, sus valores patrimoniales van degradándose paulatinamente tanto por la inacción de sus propietarios (que ya sea por dificultades económicas, sea por la indefinición sobre su destino final, sea por intereses especulativos, están incumpliendo el deber por imperativo legal de su conservación); como, obviamente, también de las administraciones (en este caso la municipal, Granada, y la regional, Andalucía) que subsidiariamente podrían intervenir acometiendo al menos obras de consolidación y de conservación, ya que la legislación cultural así lo prevé, pero… está claro que ya sea porque no se trate de una actuación prioritaria para una u otra administración, o ya sea porque los recursos económicos y la capacidad de gestión de las administraciones públicas en general son limitados y por tanto insuficientes para atender desde lo público a tanta riqueza patrimonial existente, la realidad es la que es y cada vez nos queda menos edificio y menos patrimonio, y por tanto  menos necesidad de rehabilitar… Y como este caso, decenas de situaciones en todas las ciudades y en todos los países, por supuesto. De modo que junto a las dificultades económicas y/o de gestión de las administraciones que ni tan siquiera cuentan con recursos suficientes para atender a las necesidades de conservación de sus propios edificios, nos encontramos una y otra vez con tediosos debates en los que muchas veces se sobreactúa, y que se vuelven irracionales, ineficaces y, por qué no llamarlo así, perniciosos para la defensa del patrimonio que supuestamente buscan.

Por tanto, difícil panorama para la preservación y la puesta en valor de este bien patrimonial (como podría ser de cualquier otro ejemplo), porque a todo lo anterior habría que añadir la notable dificultad, y esta si que es real, para conciliar los puntos de vista de los tres agentes implicados: propietario (empresarial), municipio  (urbanístico y social) y administración cultural (tutela patrimonial).

En fin, os he narrado uno de tantísimos ejemplos que demuestran una gran ineficiencia social, atribuible desde mi punto de vista a todas las partes, fruto de la dificultad/incapacidad de concertación entre las administraciones públicas, de sistemas de toma de decisiones claramente mejorables, y con seguridad de déficit en la planificación urbanística y patrimonial de nuestras ciudades y territorios, lo que impide que ciertas cuestiones esenciales sobre el alcance de la intervención  en este tipo de bienes, ya esté predeterminado en lo posible  de antemano. Por tanto, en general, y no solo en este caso que nos sirve de ejemplo, se necesario exigir a los tres agentes implicados que actúen con responsabilidad, claro, pero también con flexibilidad: ya que corresponderá a los propietarios y a sus arquitectos (y demás asesores claro) intervenciones ejemplares; como corresponderá a las administraciones claridad en sus planteamientos de protección de modo que una vez establecidos sus criterios no se modifiquen y que sean estables, racionalidad a la hora de establecer las exigencias específicas de protección, eficacia para evitar la superposición de competencias de unas y otras, capacidad de concertar soluciones con otros organismos, y agilidad, toda la agilidad posible, porque no hay actuación empresarial que soporte varios años de tramitación… (¡Con la que está cayendo!) Y porque, en definitiva, el daño del abandono, de la rigidez, o de la demora en la intervención lo sufre en última instancia el patrimonio.

La experiencia nos dice que los mejores edificios históricos suelen ser además magníficos contenedores para usos bien diversos, y que incluso muchos de ellos ya lo han experimentado a lo largo de su vida útil. De ahí que, sin negar que en muchos casos pueda ser conveniente que diversos edificios patrimoniales se destinen a usos equipamentales, no deberíamos obcecarnos con esta medida dado que ni los recursos públicos son ilimitados, ni está claro que el mejor destino para dotar de nueva vida a todos los inmuebles que han quedado obsoletos pase por su uso público. Mas bien al contrario, porque no es tan fácil dotar de nuevo uso a los edificios cuyas funciones originales quedaron obsoletas, sobre todo si se trata de complejos de cierta envergadura. Y, claro, no es posible destinarlos todos a usos museísticos o culturales…

De ahí que, desde mi punto de vista, la clave estaría en determinar, a ser posible a priori, los parámetros específicos que garantizarían la bondad de una intervención futura, obviamente dando prioridad a las cuestiones patrimoniales, y dejar lo más abierto posible el uso final en la medida en que su implantación pueda ser compatible con las necesidades de protección y de conservación de sus valores específicos. Es decir, controlar las intervenciones arquitectónicas y funcionales que los vuelvan a llenar de vida, y no tanto en perdernos en los debates que a la postre impidan su regeneración…

Junto a buenos ejemplos de buenas intervenciones de recuperación y cambio de uso, tenemos lamentablemente otros menos ejemplares, pero sobre todo tenemos innumerables casos de edificios abandonados, sin uso, degradándose a marchas forzadas, en lo que sin duda es un pecado por inacción o por rigidez que no deberíamos permitirnos….

Antiguo Convento de Santa Paula, actualmente con uso hotelero
Antiguo Convento de Santa Paula, actualmente con uso hotelero

Para ello, la experiencia demuestra que los planes específicos para la protección de los centros históricos, los planes directores de los monumentos y bienes más complejos, junto con la elaboración de los catálogos de protección del patrimonio, constituyen adecuadas herramientas para la tutela y también para el impulso de la revitalización del patrimonio heredado.

Plan Especial de Protección y Catalogo del Sector Alhambra. Granada
Plan Especial de Protección y Catalogo del Sector Alhambra. Granada
Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón. Granada
Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón. Granada
Ejemplo de Ficha de Catálogo de Protección del Patrimonio Cultural
Ejemplo de Ficha de Catálogo de Protección del Patrimonio Cultural

TRANSPORTE PÚBLICO ACCESIBLE PARA TODOS

«La Ciudad Comprometida»

Metro accesible.
Metro accesible.

La movilidad es una parte inherente de la libertad del individuo y para las personas con discapacidad es un elemento esencial que posibilita la integración en la sociedad, por lo tanto es un derecho al que no podemos ni debemos renunciar.

Un transporte será accesible cuando permita a las personas con discapacidad satisfacer sus necesidades de desplazamiento de forma autónoma, garantizando, a su vez, un acceso seguro y confortable para todos los pasajeros.

Las personas con discapacidad que desean utilizar el transporte público tienen que enfrentarse a una serie de dificultades procedentes del propio funcionamiento del transporte, de los condicionantes de accesibilidad hasta la parada o estación, de los determinantes de su propia discapacidad, así como de las actitudes de las empresas operadoras, empleados y del resto de usuarios. En definitiva, muchas barreras para ir de un origen a un destino.

Desde la entrada en vigor del REAL DECRETO 1544/2007, de 23 de noviembre, por el que se regulan las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de los modos de transporte para personas con discapacidad (http://www.boe.es/boe/dias/2007/12/04/pdfs/A49948-49975.pdf) el cambio experimentado en el transporte público ha sido muy significativo, las administraciones públicas con responsabilidad en materia de transporte y accesibilidad y las compañías de transporte de viajeros han realizado un importante esfuerzo económico impulsando la renovación de flotas y adaptándolas a los criterios de accesibilidad vigentes, beneficiando de esta manera tanto a las personas con cualquier tipo de discapacidad como al conjunto de los usuarios. Sin embargo, aún no se ha logrado una accesibilidad real ya que la tarea de la completa accesibilidad está ligada con muchos factores que determinan la calidad global del transporte: la formación de los trabajadores del sector, la concienciación de los pasajeros, la correcta gestión del servicio, etc. De igual modo, es necesario que las administraciones públicas de todos los niveles, analicen, revisen y velen por el cumplimiento de la normativa de accesibilidad.

Un servicio de transporte público será para todos cuando, desde la óptica de la accesibilidad, cumpla, entre otros muchos, los siguientes requisitos:

Vehículos:

  • Existencia en los mismos de rampa escamoteable y/o sistema de piso bajo, o plataforma electrohidráulica para acceso al vehículo.
  • Existencia de cinturón de seguridad y de reposacabezas para el usuario de silla de ruedas, así como posibilidad de anclaje del chasis de la silla de ruedas al del propio vehículo.
  • Existencia de interfono de comunicación con el conductor en el espacio reservado para el usuario de silla de ruedas.
  • Asientos reservados debidamente señalizados para su uso preferente por ancianos, mujeres embarazadas, personas con discapacidades físicas, etc.
  • Existencia de asideros y elementos de sujeción a diversas alturas y en número suficiente.
  • Altura adecuada y color contrastado de los pulsadores de solicitud de parada.
  • Existencia de letreros y megafonía anunciadores de las paradas.
  • Letrero exterior anunciador de la línea, con tamaño, forma, color y contraste de texto adecuados.

Paradas:

  • Diseño correcto de marquesinas y báculos de paradas, que puedan ser detectables por personas con deficiencias visuales y ubicados correctamente, sin entorpecer los itinerarios peatonales.
  • Existencia de franjas de pavimento de color y textura diferenciados que avisen de la presencia de las paradas.
  • Existencia en la marquesina de asientos a distinta altura, con reposabrazos y respaldo.
  • Materiales confortables, duraderos y diseñados carentes de aristas u otras características peligrosas.
  • Correcto diseño de los contenidos, tipografías, información pictográfica, etc. de la señalización en báculos y marquesinas.
  • Existencia de letreros y megafonía en marquesinas, anunciadores de los vehículos que paran y su destino.
Rampa de autobús urbano y público.
Rampa de autobús urbano y público.

Estaciones y terminales. Como rasgos característicos de estas infraestructuras caben subrayarse los siguientes:

  • Garantizar una fácil comprensión del entorno, de las diversas áreas y equipamientos, así como contar con un diseño que minimice los recorridos de los usuarios, sobre todo en grandes terminales aeroportuarias o ferroviarias.
  • Garantizar el desplazamiento en silla de ruedas entre los elementos principales de la edificación: entrada, taquilla y andenes, disponiendo de un tipo de suelo antideslizante y, donde sean necesarias, rampas con la inclinación apropiada.
  • Identificación, señalización y altura adecuada de los puntos de información, taquillas, máquinas expendedoras de billetes y zonas de embarque.
  • Plazas de aparcamiento reservadas para personas con movilidad reducida.
  • Disposición de aseos adaptados y de fácil acceso a los mismos.
  • Presencia de trabajadores que se comuniquen en lenguaje de signos y de personal auxiliar de ayuda a las personas con discapacidad, especialmente en los casos que porten bultos o maletas.

En una sociedad como la actual, donde prima la velocidad y la prisa, es fácil ignorar que hay viajeros, cuyo número es cada vez mayor, que tienen otros ritmos y que necesitan más tiempo para hacer lo que otros hacen más deprisa, como simplemente subir o bajar de un vehículo. Es necesario hacer comprender que la existencia de sistemas que mejoren la accesibilidad para las personas con discapacidad beneficia a todos sin exclusiones, ya que cualquiera de nosotros puede ser discapacitado en algún momento. Los usuarios son una pieza fundamental del servicio de transporte público, los viajeros con discapacidad también; por esta razón deben tener un papel protagonista participando activamente en la mejora de la gestión de los servicios públicos.

Acceder en igualdad de condiciones al transporte público genera un efecto positivo en el conjunto de la sociedad, convencidos de que así mejoraremos entre todos la calidad del servicio ya que éste atraerá a un mayor número de usuarios que, en muchos casos, abandonarán el coche particular y ayudará a reducir la contaminación, la congestión circulatoria, la siniestralidad y, en definitiva, mejorará nuestra calidad de vida.

Por José Antonio Brenes. Documentalista de la Asociación Sí Podemos

SIMBIOSIS ENTRE ARQUITECTURA Y NATURALEZA

«La Arquitectura Comprometida»

¡Sorprendente!. Esto es lo que pensamos muchos de los que nos acercamos a la obra de este artista, pintor, arquitecto canario, la primera vez. Gran defensor de la naturaleza, hasta el punto de convertirse en algo casi obsesivo, César Manrique supo emplearla como el elemento esencial y característico de todos sus proyectos.

Una vista de la casa de César Manrique.
Una vista de la casa de César Manrique.

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