«Y AÚN TENGO LA VIDA…» MIS AMIGOS MIGUEL Y JOAN MANUEL

«Ciudadanos Comprometidos»

Serrat y Miguel Hernández.
Serrat y Miguel Hernández.

Cada cual hace su particular balance anual y desde luego que en 2010 soy de los afortunados que tienen un saldo positivo de acontecimientos agradables; a ello contribuye un gran número de personas que son casi conscientes de ello y también un número indeterminado que me conmovieron por su ternura, su dedicación, su genialidad, su voluntad, etc; simplificamos creando una sección en este blog para un conjunto heterogéneo de ellas a las que les debemos gratitud denominado “ciudadanos comprometidos”; pues bien; 37 años después de hacerme con un cassette- y que como dice Agustin Sanchez Vidal, a quienes no hayan vivido esas cuatro décadas les costará hacerse una idea de cómo funcionaban entonces las cosas-; fui a Mérida a encontrarme con viejos amigos y quedé en el Teatro Romano con dos de ellos; con los ojos medio cerrados iba recordando letras de Miguel Hernández y grabando la musicalidad de Serrat que en esta ocasión ha adaptado nuevos temas en su obra Hijo de la luz y de la sombra.

Cuenta el cantautor que “para que creciera en todas direcciones había que ahondar en él”, magnífica sentencia aplicable a tantas cuestiones pendientes en nuestra vida cotidiana. Os dejamos con el texto que J.M. Serrat escribió sobre Miguel Hernández en el libro Palabras hechas canciones.

Serrat durante la actuación en el Teatro Romano de Mérida.
Serrat durante la actuación en el Teatro Romano de Mérida.

JOAN MANUEL SERRAT ESCRIBE SOBRE MIGUEL HERNÁNDEZ

Conocí a Miguel Hernández en uno de aquellos bancos del umbrío jardín de la Universidad, la vieja y entrañable Universidad Central a cuyo blacón principal un glorioso día se asomó la libertad para arrojar sobre la acera el busto altivo del dictador. Gran día aquel. Luego llegaron sus lacayos y nos comieron a palos, pero no importa.

En aquellos bancos hablábamos de amor, conspirábamos contra el régimen, leíamos poesía y tomábamos el sol al mismo tiempo. En aquellos claustros, en aquellos jardines, en aquellas aulas, entre octavillas clandestinas y apuntes de Genética Aplicada, también iban de mano en mano los maravillosos libros que desde Argentina nos hacía llegar la editorial Austral -bendita sea- y que nos devolvían a aquellos que fueron condenados al ostracismo, con toda su voz y todo su acento. Aquellos libros eran ventanas abiertas por las que entraba un aire nuevo que ventilaba el tenebroso tiempo de la dictadura.

Quisiera que los que escuchen estas canciones recuerden que su autor fue un poeta perseguido, condenado y encarcelado. Un hombre que murió en prisión por el delito de pensar y escribir cosas como las que aquí pueden oir.

Fue un pastor de cabras, fue una persona comprometida con su gente y con su tiempo. Un hombre sencillo y sensible que amaba la libertad y decía: «… soy como el árbol talado que retoña y aún tengo la vida…», y se la quitaron.

Que el destino mantenga fresca la memoria y nos libre de aquellos que asesinan a los poetas y a la poesía.

Texto de J. M. Serrat para la reedición en México de Miguel Hernández.