SOMOS EL PAISAJE (II)

«El Territorio Comprometido»

La segunda entrega sobre el libro «We are the landscape» («Somos el Paisaje»), que comenzamos la semana pasada, llega a la Ciudad Comprometida.

¿Quién defiende el paisaje?

Una ley para Europa

La idea de la importancia del paisaje, de la necesidad de reconocerlo, protegerlo, gestionarlo y renovarlo, ya que es de un gran valor para nuestra vida, se ha extendido en los últimos años. Tanto es así, que con el fin de que la sociedad sea más consciente sobre el tema, algunos países decidieron crear leyes específicas. Y es así como el Convenio Europeo del Paisaje (o, simplemente, ELC) nació. En general, un convenio es un acuerdo entre dos o más países sobre determinadas cuestiones o problemas de relevancia, para abordar un problema de la misma manera. También puede ser definido como un “pacto” y debe ser escrito. La escritura sirve para fijar mejor los términos del acuerdo y, sobre todo para evitar problemas o conflictos en el futuro. Esto significa que un convenio, como una ley verdadera y correcta, obliga a todos los países que lo han firmado a crear leyes basadas en sus principios. La idea de crear un convenio sobre el paisaje vino de dentro del «Consejo de Europa», organización internacional con sede en Estrasburgo, Francia, y que se compone de más de 47 países europeos (no sólo de la Unión Europea).

El Convenio establece principios que obligan, a los países que se han unido, a adoptar políticas que promuevan la calidad del paisaje, la participación de las personas interesadas en las decisiones que afectan a su área y también pretende aumentar la conciencia sobre el valor de los paisajes en los que vivimos todos los días. De hecho, hace hincapié en el derecho de las personas a identificarse con su paisaje y su deber de cuidar de él.

La historia del Convenio Europeo del Paisaje es la historia de la unión de dos iniciativas, una del norte y otra desde el sur de Europa. Hace unos años, una serie de organizaciones y países del norte de Europa, comenzaron a discutir la idea de un convenio para la protección de los paisajes rurales. Al mismo tiempo, algunas regiones del sur de Europa (Andalucía, en España, Languedoc-Rosellón, en Francia y la Toscana en Italia) estaban redactando la Carta del Paisaje Mediterráneo, que se aprobó en una conferencia celebrada en la ciudad de Sevilla en 1993. Y así, en 1994, el «Congreso de Poderes Locales y Regionales» del Consejo de Europa decidió formar un grupo de trabajo encargado de elaborar un convenio sobre el paisaje que reuniera los dos enfoques: el de Europa del norte y Europa del sur. El grupo estuvo de acuerdo en escribir un convenio que se aplicaría a todos los paisajes. El 1 de marzo del 2004, el Convenio Europeo del Paisaje entró en vigor en los países que lo habían firmado.

FUENTE: “We are the landscape"
FUENTE: “We are the landscape"

No es sólo una postal

El Convenio representa una revolución real y sincera: el paisaje ya no es sólo la mirada, la vista panorámica, la imagen de la postal bonita, sino también el resto del territorio que nos rodea, ese territorio, tan importante, que nosotros como habitantes, turistas o viajeros percibimos, por bello o feo que sea. El Convenio define el paisaje de una forma totalmente nueva:“Paisaje se entiende como cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos.”

El paisaje es al mismo tiempo, tanto cultural como bien económico, que al fin cuenta con una situación legal que se extiende prácticamente a todo el territorio;  es una entidad viva y activa en la que se coloca a la sociedad en el centro de la escena, regulado por un proyecto destinado no sólo a la protección, sino también la gestión y la renovación. El Convenio es prueba de cómo los paisajes europeos constituyen el centro de un renovado interés político y un deseo de intervenir activamente, proteger, gestionar y dar vida  a proyectos de paisaje nuevos.

 Paisajes excepcionales y paisajes cotidianos

Así como, para que las industrias no contaminen el aire se crean leyes, para el paisaje, debemos hacer leyes que eviten que la belleza que existe sea destruida, de modo que todo lo que se construya sea de calidad y que todo lo que se cambie sea coherente y se adapte bien a su contexto.

Hay lugares que tienen un valor único y exclusivo, debido a sus componentes naturales, por la historia que representan y por el prestigio que el hombre les ha dado, como el Gran Cañón en Estados Unidos, las pirámides de Egipto o la torre Eiffel. Estos lugares representan lo que podríamos llamar “paisajes excepcionales”. La calle donde vivimos o el área industrial donde trabajan nuestros padres, no tienen el mimo prestigio como, por ejemplo, el Gran Cañón, sin embargo, son los espacios donde pasamos más tiempo y  lo que podríamos llamar “paisajes de la vida cotidiana”.

Las carreteras, los edificios, todos los espacios físicos de la ciudad deben ser protegidos para que no se conviertan en lugares inhabitables, cubiertos de suciedad, sin jardines para caminar, sin espacios para aparcar, etc. Por último, también hay lugares que la gente ya ni reconoce, ya que han cambiado por completo  su carácter original y donde, incluso, se ha hecho imposible vivir. Éstas son áreas comprometidas, que, con el fin de encontrar un valor para que sean reconocidas de nuevo y puedan ser percibidas por la población, tienen que ser transformadas y reorganizadas.

FUENTE: “We are the landscape"
FUENTE: “We are the landscape"

Todos somos actores

El paisaje que vemos hoy es el resultado de muchos cambios y muchos eventos que se han superpuesto. Estas transformaciones no sólo son naturales, sino también producidas por los seres humanos. Cada sociedad, cada grupo de personas ha dejado su huella en el paisaje. Alguien cultiva los campos con métodos particulares o construye aldeas, calles, presas; alguien ha modificado el terreno de acuerdo a las necesidades y requerimientos de la época, la recuperación de humedales, desviación de los ríos, la construcción de carreteras, vías férreas… pero el paisaje también nos cuenta otra historia. La historia escrita por una vida normal, incluso por los eventos más comunes y sin importancia aparente. Esta es la historia de nunca acabar. Por lo tanto, el paisaje se convierte en el escenario para las acciones del hombre, la sociedad, las generaciones. ¡Un escenario compuesto por muchos cambios en el que las vidas de las personas acaban, incluyendo la nuestra!

FUENTE: “We are the landscape"
FUENTE: “We are the landscape"

María Jesús Arrebola Miranda, Ambientóloga de GRarquitectos