«Miscelánea»
Hace unos días, todo el equipo de GRarquitectos nos embarcamos en una excursión para conocer un poco mejor los límites del Plan Especial de La Alhambra. Salimos desde Plaza Nueva, subiendo por la Calle Santa Ana. Nuestro guía-compañero Gabriel nos fue adentrando por un paisaje de calles estrechas que se abrían en miradas al Albaicín, mostrando la magia de la ladera noroeste de La Alhambra.
En el trascurso del camino nos hablaba del Plan Especial: de los tipos de equipamientos planteados, de la necesaria rehabilitación de zonas deterioradas, de la importancia de algunas construcciones…
La visita continuaba bordeando La Alhambra en su base: atravesando la Cuesta de Gomérez y adentrándonos en el Barrio del Realejo. En esta parte de la excursión pudimos apreciar como los espacios libres de la trama urbana, a pesar de tener una escala mucho menor que en otras zonas de la ciudad, adquieren un carácter único, como ocurre en El Lavadero de la Puerta del Sol, donde disfrutamos de una vista increíble de la ciudad.
Siguiendo calles de trazado sinuoso llegamos al Barranco del Abogado, donde pudimos apreciar las oportunidades que brinda este borde de la ciudad, trabajadas en el Plan Especial. Estas calles, acompañadas en su curso por “muretes”, te permiten sentarte a mirar disfrutando de vistas maravillosas.
Desde este punto, la excursión cambió de paisaje, pasando de la trama urbana al entorno de La Alhambra. En el trascurso del camino nos mostró un mirador “escondido” tras el Camino Viejo del Cementerio, en el que el paisaje te cautivaba.
La siguiente parada fue el Cementerio de San José. Lo fuimos atravesando disfrutando de la monumentalidad de sus criptas, hasta alcanzar la intervención en las ruinas del Palacio de Los Alixares, de gran sensibilidad. Tengo que confesar que me enamoró este tesoro escondido para los sentidos, un remanso de paz protegido por muros.
Tras disfrutar de esta parada, nos adentramos en el Parque Periurbano Dehesa del Generalife, siguiendo una ruta en la que el agua era la protagonista. Nos explicó como llevaban el agua al Palacio de Los Alixares y a los edificios situados por encima de La Alhambra. Como, trabajando con la presión del agua, a través de acequias, galerías subterráneas, norias, pozos y albercas, se obtenían paraísos vegetales.
El primer alto en el camino fue en el Albercón del Negro, seguido por una subida al Aljibe de La Lluvia. Aquí paramos para desayunar y recuperar fuerzas. Después bajamos hasta el punto en el que La Acequia de Los Arquillos se adentra en el terreno, 60 m por debajo de Los Pozos Altos, una magnífica obra de ingeniaría de época nazarí.
La ruta continuó con el disfrute del Mirador de La Silla del Moro, en el que el paisaje, coronado por la Abadía del Sacromonte, te atrapaba.
Seguimos nuestro camino con las ruinas del Palacio de Dar al-Arusa hasta terminar en La Silla del Moro, antigua construcción de vigilancia del Generalife, hoy restaurada.
La excursión se acercaba a su fin. El descenso lo hicimos por el monte de La Alhambra, rodeados de una frondosa vegetación, hasta alcanzar el Camino de La Fuente del Avellano, acompañados por el discurrir del agua de la Acequia del Generalife.
Como colofón final acabamos visitando el Bañuelo, lugar que merece la pena ver y que muchos no conocíamos. ¡¡Qué mejor manera de terminar esta excursión, en la que la protagonista, como tantas veces ocurre en Granada, había sido el agua!!
Sin embargo, la convivencia no terminó en este punto, sino en un restaurante con encanto de Gójar en el que disfrutamos de un delicioso cordero. En todas estas horas disfrutadas con mis compañeros, me he sentido parte integrante de la gran familia que es GR.
¡¡Muchas gracias a todos por un día inolvidable!!
María Lara Carvajal, Arquitecta de GRarquitectos