“Noticias y actualidad”
En casi todas las noticias que escuchamos sobre China se combinan dos factores que suelen coincidir. Uno de ellos es la escala. Todo se trata en un tamaño de proporciónes gigantescas. El otro, un poco más sutil y subjetivo, es que da la sensación de que ciertos procesos que observamos desde la distancia los conocemos de antemano, incluso nos reconocemos en ellos y por ende, también creemos que podemos atisbar sus consecuencias.
En una de ellas, leíamos que “China lanza una masiva campaña de migración del campo a la ciudad”, donde afirman que se flexibilizará el sistema de empadronamiento para estimular el flujo hacia las ciudades e impulsar el consumo interno. Desde los ochenta se estima que han emigrado del campo a la ciudad unos 260 millones de personas, en un movimiento de mano de obra de ambientes rurales a las regiones industrializadas, similar al que por ejemplo, Inglaterra comenzó en el siglo XVIII-XIX. Pero China es difenremte y hasta ahora, debido a un particular sistema-tradición, los ciudadanos inmigrantes eran legal y formalmente, ciudadanos de segunda en las urbes: los emigrantes continuban legalmente atados a sus lugares de origen por medio del hukou o registro de residencia, un sistema creado en 1958, que les impide en la práctica instalarse con sus familias en las ciudades en las que trabajan porque no gozan de los mismos servicios sociales, de educación y sanitarios que los locales. La mayoría deja a los hijos con los abuelos y otros familiares en los pueblos.
La nueva estrategia del Gobierno se basa en que “el modelo actual de desarrollo ha alcanzado un punto de inflexión y debe pasar de una economía basada en la inversión y la exportación a una más centrada en el consumo”. Para ello, es preciso que los habitantes de las zonas rurales mejoren sus ingresos y compren más, lo que, a su vez, requiere que cientos de millones emigren a las ciudades —ya que en el campo sobra mano de obra y falta empleo— y que los que lo hagan puedan vivir en igualdad de condiciones que los locales.
Es decir, que por una estrategia puramente económica, al igual que la de en su día fomentó el movimiento poblacional para facilitar mano de obra, ahora los desplazados podrán convertirse en ciudadanos de primera, si la suerte les acompaña…
Paradójicamente, a la vez, miles de chinos no quieren habitar en las ciudades de nueva creación que se construyeron en el centro del país para las víctimas del terremoto de Wenchuan de 2008, al encontrarse junto a montañas de fosfoyesos, un residuo muy contaminante. («Montañas de residuos crean en China ciudades vacías donde nadie quiere vivir»). Contradicciones en un gran país de grandes contrastes.
Todo lo que el Estado se gaste hoy en llevar la población rural a la ciudad tendrá que repercutirlo con el tiempo, bien devolviendo a la población al campo, bien con costosas labores de mantenimiento del medio rural.
CHINA.
Alucino. Me agobian los noticiarios con la matanza de tres personas e innumerables heridos, en la prueba maratoniana de Boston. Es un horror. Es desdeñable, que dos personajes chechenos rompan el gozoso palmotear de los pies en un áspero asfalto. Es digno del mayor y severo castigo. Pero agota la noticia.
Y agota cuando la tierra se ha engullido a centenares de campesinos, de Longmen (China). Que son hermanos nuestros, tan hermanos como los de Siria, o Somalia, o centro-áfrica o de tantos y tantos lugares, donde la naturaleza o un nacionalismo brutal, encañonan a un ciudadano por la espalda y luego solicita toda una ciudadanía, su puesta en libertad. Pero la prensa solo se hace eco en noticias a última columna. Seamos ecuánimes y defendamos la justicia en todos los terrenos. GRACIAS
Habrá que llenar esas ciudades fantasma, dignas de una macroburbuja inmobiliaria, que han creado. No entiendo, por otra parte, las migraciones programadas en las que se abandonan formas de vida y paisajes que forman parte de la cultura de un país. Creo ,como opina Juan Garrido, que acabarán arrepintiéndose.
Esta cuestión que abordamos en este articulo es tan inmensa (como otras muchas, claro…) que desde La Ciudad Comprometida pensamos que debemos poner dedos en las llagas y aportar sensatez al debate social, aunque muy probablemente se diluyan nuestras ideas en la inmensidad de la red virtual… Ahí estaremos, en todo caso…
He leído y releído varias veces tu comentario, apreciado Juan Carlos. Como también me he arrepentido del mensaje de mi anterior comentario, que seguro estoy de ello, puedo herir alguna susceptibilidad ajena. Por lo que pido con toda convicción disculpas. Soy visceralmente adverso a cualquier violencia venga de donde viniere y ello me hace desvirtuar mi dicción, máxime cuando esta violencia es fruto de ideas, que siendo muy respetables, buscan la extorsión y la rotura de vidas ajenas. El horror es deleznable y hay que erradicarlo sin horror.
Soy testigo de la migración hacia Catalunya de gentes desprendidas del bienestar, buscando una solución a sus familias. Y a vuestro artículo, me viene a la mente reacciones primitivas de las que brotan ideas de un pesar por las injusticias en la falta de arraigo y deslocalización. Y de ello, puse mi pensamiento en la riada de campesinos chinos que por falta de recursos acuden al centro despersonalizado de la gran urbe. Y todo ello se agrava, con la visión de hacinamiento en poblaciones, que buscando una paz económica pierden sus raíces por causas de la dispersión de medios, que acomoden sus orígenes.
Vuelvo a pedir disculpas si al poner dedos en llagas ajenas, hiero llagas cercanas, máxime en este blog que es ejemplo de la dedicación profesional para soluciones arquitectónicas y de planificación urbana, que solo buscan un bienestar fundamentado en los buenos y académicos principios. PERDON