GRANADA

Desde hace poco menos de cinco años, soy un asiduo lector y colaborador de este blog, tan inteligentemente dirigido por Juan Carlos G. de los Reyes y he sido bien correspondido por el y su equipo, con el mismo acercamiento mío, que he sentido por ellos. Siendo desde nacimiento, profano en vuestro academicismo laboral y motivo principal del blog, me he enfrentado a temas tan variados como la rehabilitación, la viabilidad de las ciudades, la utilidad de argamasas de construcción, la historia, los proyectos de construcción a mi parecer discordantes con el entorno, la historia imaginada de Granada, la prosa poética, …etcétera, etcétera. Pero llegó el momento en que pensé que era demasiado foráneo a los temas centrales del blog, y decidí seguir siendo lector del blog y participar menos.

Pero siempre cuando dos se entienden y uno se distrae, hay un efecto llamada y a un buen amigo esto no lo pasa por alto. Me refiero al amor por nuestras dos ciudades y a nuestra cercanía amistosa.

Guadix su patria chica, objeto de tus varios artículos ensalzadores de esta gran ciudad (tierra natal de mis antecesores), con su rica historia, con su Sagrada ermita dedicada a la Virgen de la ciudad, en su hermosa catedral del s. XVII, con sus acondicionadas habitaciones-cueva, en las que viven parte de su población, …y con los ricos y amorosos comentarios amelocotonados de Juan Carlos a su ciudad, en los que yo le he acompañado en alguna ocasión (¿recuerdas?)

Yo he sido educado por mi madre, María Dolores Rivera Bas, en amar a nuestra Granada, ella que colaboro con Radio Granada allá por los cincuenta y leído por Mercedes Domenech. Yo le pasaba a maquina cada uno de sus articulillos y bebí en los néctares del amor a nuestra tierra. Por esto, pienso siempre y vivo en nuestra ciudad, como tu, Juan Carlos.

La Alhambra

Pienso. De “mi Granada”, sé mucho por lo que he vivido y poco por lo mucho que hay escrito de ella. Dumas, se refería a Granada, diciendo que el mayor placer de verla, era el de volverla a ver. Todas las ciudades del mundo tienen su corazoncito escondido, su duende, pero mi Granada, tiene todos los encantos de todas las demás. Volver a ver a Granada, es recordar lo vivido y principalmente, descubrir “mi niñez”, su vivir en el transcurso de los días, de primaveras y de inviernos, de los gozos y las penas, de sus hijos que la pisaron y los herederos que la habitan.

Y, mi Granada es vieja en los tiempos. Rebuscando en sus antepasados, hay una referencia, de ella, allá por el año 961, de Recemundo, que fue obispo. Fueron sus hijos, túrdulos, visigodos, fenicios, griegos, judíos, romanos y árabes.

Cuando Abdelaziz, invadió Granada, eran tres las “Granadas” pobladas más importantes.

¿Las tres “Granadas?”?. ! Pues sí!. Estaba Casthilla, fortaleza o Cora, poblada principalmente por judíos, desde el siglo III, bajo los barrios actuales de San Cecilio y Santa Escolástica; Elvira, situada bajo lo que hoy es Atarfe, Albolote y Pinos Puente; y Granatha o Arromana, que se derramaba por el cerro de San Nicolás, bajo el castillo del Hizn-Arromán.

Fueron siglos de abundancia, paz y convivencia entre gentiles seguidores de Jesús, la jima de Mahoma y el Paganismo. Hasta que las guerras entre damasquinos, mozárabes y muladíes, por la defensa y posesión de Elvira, eran debeladas por el incendio y el saqueo.

Tuvo una historia larga, llena de grandezas y horrores, Quizás todo se inició cuando desde el Califato de Córdoba y en las postrimerías de su gran imperio, la ciudad de Elvira situada en rica llanura de fértil vegetación, cercana a la actual Albolote (la Puerta de Granada), estaba poblada por gentes de mala catadura, de difícil convivencia entre ellos, pues hacían lo imposible por construir sus casas de tal manera que sus calles se trazaban en la mejor forma para no verse con su vecino, bien construyendo oratorios o corrales, dando salida que no pasase por otra vivienda ajena. A más, eran cobardes y nada sumisos a cualquier autoridad que los rigiese.

Pese a todo ello, eran sabedores de su invalidez en el valor guerrero y llegó el día que decidieron enviar una carta a un conocido jefe berebere de gran valor guerrero, gran inteligencia y sutil palabra de convencimiento, ante quien le discutiese algún razonamiento. Este hombre era Zawi ibn Ziri, sobrino de Habus ibn Maksan.

Como digo, viendo este poblado de Elvira que eran incapaces de entrar en guerra contra nadie, (aunque fuesen “chiribiris” ) y viendo los conflictos entre los principados del al-Ándalus, iban de mas en mayor, le enviaron misiva aludiendo que no habría mejor tierra a defender, ni posición que ocupar, sin derramamiento de sangre y perdida de vidas, que la de Elvira, de tal manera que el pueblo le donaría personas y bienes, de tal suerte, que serian en demasía compensados por contrapartida, en la protección a sus vidas.

Los beréberes Sinhaya, aceptaron, siendo agasajados con ofrendas de regalos en piezas de oro y servicios de gran comodidad para sus alojamientos. A los pobladores de Elvira, se le unieron diversas poblaciones con sus fortalezas de gran parte de la región, cómo Jaén, Iznajar y otros. Estos últimos, quedaron a recaudo del mencionado sobrino Habus. Con lo cual, quedaron de acuerdo en protegerse mutuamente para crear el Estado Ziri, instalándolo posteriormente en otra posición más estratégica de elevado horizonte, mayor que la ciudad de Elvira, que demolieron trasladándose a una colina cercana, poblada por Judíos, que en escaso numero (según antes comenté), viven aquí desde que Adriano, el Emperador Romano, asolara su ciudad-cuna de Jerusalén, llamando a esta tierra con el nombre hebreo de Garnad.

Existe también la creencia de que el nombre proviene por ser donde vivía en una cueva o “Gar”, una hermosa doncella llamada “Nata”, ( de donde viene el nombre de “Garnata”) cerro que oteaba por doquier belleza sin igual, rodeada por hermosa llanura serpenteada por caudalosos arroyos que desembocaban en el Wadi Sanili (río Genil) y frondosas arboledas de álamos y chopos dando sombra en los largos veranos, a un descanso de fácil encuentro.

!Aquí, nació Granada!. Nuestra Granada. Mi Granada. Lugar lleno de encantos, región rica en la que los beréberes, fundaron el reino Ziri, primer reino granadino, aposentándose en lo que denominaron Hizn-Arromán. Sus herederos ampliaron el contorno del reino, construyendo en sus murallas, la Alcazaba Cadina, creando fértiles huertos y frondosos jardines.

Desde esos inicios en el tiempo, el granadino te tiene su recuerdo más cercano y ellos la amaron y cuidaron. Unos fieles a tu cercanía y otros, cómo yo, desparramados por la geografía, pero granados en su sangre.

Aunque mis pensamientos monopolizan el tema al recordar lo que escribía Ángel Ganivet: “Mi Granada no es la de hoy, es la que pudiera y debiera de ser, la que ignoro si algún día será”

¿Cuál es mi Granada?

La que yo recuerdo de mis años jóvenes. La que nació entre mis paseos por el Albaicín, en noches oscuras iluminadas por un firmamento de estrellas, que daban un blanco misterioso a la cresta mágica de la sierra, ilusionándome desde un cobijo abrigado por murallas que me aislaban de un mundo diferente y lejano. Pese a que este año, la he paseado con la tristeza de la ida de un gran familiar mío, cosa que he saboreado los recuerdos con el amargor de la tristeza por alguien querido que se fue. Es la vida. Esta vida que todos nos enseñan a conocerla, pero nunca nos dicen como abandonarla, con filosofía transcendente y sapiencia.

O la Granada de hoy que sigue viva …donde un niño pregunta a su madre “¿a donde vamos mami?….! a paseá, niño, a paseá!” Ciudad circundada por vías que corren puntos locos y un mosaico que se nutre y abarca una vega fértil, verde y nostálgica de sus mil mezquitas, que va perdiéndose por “ensanches mal nacidos” que la ahogan y cubre para siempre aquel verde perdido en el cielo azul de mis años jóvenes, que insospechadamente fue vista impresionada en la eternidad de mi recuerdo.

Si. Mi Granada es esta moderna y viva, que llena su vivir con proyectos y acontecimientos, que la hacen actual y primicia de cualquier noticia.

No. Mi Granada, es la que viví, la que anduve en bajo cielo, la que a media luz se confundía entre jardines verdes, estrellados de jazmines y casitas blancas. La que corri con libro bajo el brazo visitando universidades y saludando a infinidad de conocidos, proyectando cursos de periodismo, actuaciones teatrales o excursiones a la sierra, o guateques en casa de alguien bien vigilado furtivamente por sus padres…etcétera…etcétera. Esa era mi Granada.

Es una vista. Es el recordar. Es un resbalar de luces y sombras, para llegar al río, plata que canta y se une a la virgen nieve, cerrándola en un abrazo maternal, para no dejarla escapar.

Sí. Mi Granada, es un mirar desde la Fuente del Avellano y recrearse en el panorama del Sacromonte, con aquel ir y venir de cobrizos rostros de hilos de azabache que relumbran ante un resplandor de cantos de luna y fuego. Todo ello, cruzado por el camino de la Abadía, camino que recorre el Cristo de los Gitanos, precedido por su Madre la Virgen de la Esperanza; luces, hogueras, saetas y lágrimas, que corren por caras de cera suplicante. Cuadro que vibra en el ayer de sus cuevas, resplandores de horno y ventanicas con ojos flameantes. ! Collar de llamas en danza!

Recuerdo el poema de aquel granadino de cuyo nombre no se precisar, que entre otras cosas, cantaba:

En aquel cielo azul y transparente

Pabellón de cristal sin mancha alguna.

Lucen sobre la tierra eternamente serena,

El rojo sol y blanca la luna.


Paco Pipó Rivera.