En este vis a vis de impostores entre políticos y periodistas, donde nada es lo que parece -por ambas partes-, se agradece la claridad aplastante de los dirigentes de IU, donde lo mismo un delegado de Fomento dice de una autovía que es un “despilfarro irresponsable”, que un concejal le pega una patada a una tragaperra y admite que estaba “harto de cubalibres”.
Una sinceridad que todos agradecemos. Menos los dueños de las tragaperras, se entiende.
La consejera Elena Cortes anunció la semana pasada en el Parlamento que pretende suspender los contratos de colaboración público-privada. Izquierda Unida se apoya en los números: la Junta terminará pagando en 30 años 900 millones por una autovía que cuesta 180. Y como hay más de 200 euros de diferencia, para Elena esto sí computaría como un robo.
IU no fue de tapadillo. Su grupo incluyó una enmienda en el Parlamento para suspender los contratos de la Darro-Iznalloz y de la autovía del Almanzora. Sí se echó para atrás fue por un trueque. El PSOE forzó a su socio de gobierno a cambio de que el PP apoyara otra iniciativa para quitarle al PA un cargo de confianza en la Oficina del Defensor del Pueblo.
Pero el caso de la autovía ha servido para comprobar -si alguien tenía duda- que IU no ha entrado en la Junta de florero.
Ahora han venido los socialistas, más dados a hipnotizar serpientes, a decirnos que la carretera se hará aunque no saben cómo.
Dejemos una cosa clara. Podemos discutir si se trata de una obra prioritaria, pero si no se construye con la fórmula público-privada la autovía de Iznalloz es imposible.
Romper el contrato tendría dos consecuencias. La primera, que un despacho de abogados medianamente avispado sacaría un puñado de millones de indemnización -me hablan de unos 10, mínimo-.
La segunda, que la Junta no puede costear por sí misma la infraestructura a medio plazo porque se saltaría el déficit.
El resto son trágalas que no cuelan ni hartos de cubalibres, que diría un concejal de IU.
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