Los últimos congresos del PP han estado resueltos de antemano. Eso permitía invertir la noche en tareas más provechosas aunque -lamentablemente- casi siempre resultasen improductivas, al menos, en mi caso. Lo digo de antemano, ahora que está tan de moda buscar vinculaciones políticas en la vida sentimental de los periodistas y que, en lo que a mí respecta, sería una pérdida de tiempo. Desgraciadamente.
Vaticinan que habrá batalla en el cónclave provincial, como en los tiempos de Juan de Dios Martínez Soriano y José Luis del Ojo. Sin embargo, la elección de compromisarios para el congreso nacional se ha resuelto sin necesidad de votar ninguna lista alternativa.
Los críticos -los de Juan García Montero- sostienen que no era el momento de medir las fuerzas con la dirección de Sebastián Pérez. Es cierto que el sistema de votación tampoco les beneficiaba de antemano. Pero también lo es que, mientras que no cambien las reglas, la estructura de un congreso popular está condicionada a lo que decidan los compromisarios elegidos por las bases.
Las mayores tentativas por presentar listas alternativas al cónclave nacional se produjeron en algunos puntos de la Costa, en Baza y en la agrupación de Ronda. En el caso de Baza los movimientos son achacables a la crisis local que vive el partido. Pero un problema con la circular de las cuotas abortó la operación.
Y en el distrito de la capital -que, por cierto, preside Juan García Montero- fue el concejal Francisco Ledesma -que sí es cumplidor con las cuotas, al euro- el que amagó con su candidatura a compromisario que, de hecho, llegó a estar presentada. Cuando se percató de que habría que forzar una votación optó por retirarse para no fomentar una división.
Fractura que podría visualizarse -o no- en el pleno del día 30, cuando los concejales tengan que votar, uno a uno, si apoyan que el Ayuntamiento se persone como acusación en el ‘caso Nazarí’.
De momento, el grupo popular se ha abstenido en la comisión previa. Eso no significa -necesariamente- que vaya a hacer lo mismo cuando llegue el momento de pronunciarse en el pleno.
¿Qué pasaría si algunos levantaran la mano para apoyar la personación? A otros -por su propia coherencia- les costaría más alzar la mano, porque tengan -metafóricamente- plomo en las alas. Quiero decir, en los brazos.
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