Juan Marín fue de los primeros en comparecer en la noche electoral. Todavía hablaba como si compartiera la victoria del que ha sido su socio de gobierno. Sabe que una parte de los 58 diputados fueron suyos antes de que Ciudadanos se convirtiera en la marca naranja del PP. No puso más excusas y admitió preguntas de los periodistas aunque intuía que ninguna sería cómoda. También Teresa Rodríguez hizo un diagnóstico atinado de lo sucedido y la fractura de la izquierda.
A partir de aquí, a lo que asistimos en el análisis del 19J fue a una pomada de pretextos por parte de candidatos que no han estado a la altura de las expectativas que ellos mismos crearon.
El argumento recurrente fue atribuir la mayoría absoluta del PP a la propaganda o la desinformación de los medios de comunicación. Es curioso que lo digan quienes han hecho una campaña en un escenario paralelo, han vetado a la prensa tradicional en algunos casos o han utilizado a activistas con micrófono para trasladar con total libertad sus mensajes. También resulta llamativo el lamento de quien ha manejado la misma estructura de propaganda y aún conserva altavoces y púlpitos oficiales. Con el poder que nos presuponen a algunos periodistas, el poco aprecio que nos tienen cuando no hay elecciones.
Otra teoría para explicar el cambio de ciclo electoral ha sido la escasa participación. Y esta debería de ser la verdadera preocupación de todas las formaciones políticas, que parecen ignorar que estamos cerca de que la mitad de los andaluces con derecho a voto no acudan a las urnas. El estrambote es pensar que solo hizo calor estos días para los de izquierda, que se fueron a la playa; mientras los de derecha fueron a los colegios electorales y después se remojaron en sus piscinas privadas.
A quienes corresponde movilizar al electorado progresista es, precisamente, a los partidos de izquierda. De todas formas, no es cierto que sus votantes se confabularan ayer en espantada. Muchos fueron a votar. Pero lo hicieron por Juanma Moreno.
Votos prestados, he escuchado que los llama alguno. Como si acaso todos los votos no lo fueran.