Suspiros granadinos

Granada está poco a poco siendo desamortizada por los mandamases de turno. En estos momentos solo se pueden salvar aquellos elementos patrimoniales que estén clavados a su suelo, como pueden ser la Alhambra, la sierra y el Puerto de Motril, aunque este último se ha visto seriamente amenazado con el aumento de ayudas a los vecinos y la disminución al propio, si bien esta situación parece estar momentáneamente medio resuelta. Nos han sitiado, con un aeropuerto con tan pocos vuelos que parece una banda de gorriones, eso sí, los más caros que puedan existir, lo que limita su uso a situaciones excepcionales o a una cartera de alto copete; con unas líneas ferroviarias que son el hazmerreír de toda la península, pues por ellas solo circula el silencio, y con unas carreteras que tardan en ser construidas más que la misma Torre de Babel. Esta provincia está viendo cómo desde fuera nadie se ocupa de ella, y desde dentro la apatía latente a la población, y los frontones a los que los pocos políticos que pelean se encuentran en su camino, hacen que nada avance. Mientras, los demás, sentados en el banquillo del relax, miran, cuchichean, ponen piedras, ríen, comen, dormitan, critican, hacen pucheros, se pelean, cobran, van a los espectáculos de gorra, y no les da vergüenza ni nada. Es como vestirse o desnudarse, naturaleza en pleno apogeo primaveral. Paco ha estado en Madrid, y allí le han dicho que tranquilo, que no hay prisa en esto de la Justicia, que Andalucía es muy grande; y del tren, que espere sentado. Y eso, que ahora el alcalde de Málaga, que se está convirtiendo en la nueva capital de esta provincia, ya ha hecho propuestas para que desde Granada se tarde menos en llegar a Madrid. Y la Justicia a Málaga y, cómo no, a Sevilla, que esto es muy grande y esta ciudad pilla muy a trasmano y tiene pocas y malas y caras comunicaciones. Pero aquí tranquilos, eh, que va haciendo calor y se acerca el Corpus. Que cuando llega el turismo se nos llenan las calles y los bares, y tenemos mano de obra barata para echar mano de ella si es preciso. Así que tranquilos y sin prisa, a velocidad del metro, que hasta aparcan los coches en las vías y a ver quién es el guapo que los quita. Que Colón llegó y se tuvo que ir, y aunque desde Pinos se dio la vuelta, luego de él nunca más se supo. Y así es la historia con esta tierra, que se viene, se saca lo que se puede, se cambia la historia y otros se lo llevan calentito. Mientras, aquí, callados como gárgolas, y si alguien habla será porque algo busca, y ya se encargarán los mismos de siempre de poner las cosas en su sitio, que es donde siempre estuvieron, donde a quien interesa gusta, y los suspiros para la poesía, que al menos de eso sí se puede presumir, Remedios Sánchez lo sabe bien.

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