Escuché airado al rector de la Universidad, González Lodeiro, cuando censuró a quienes critican la posición de nuestro primer centro en el ranking de las 17.000 universidades del mundo: «Ya me gustaría a mí ver a los políticos en el mismo nivel de valoración», vino a decir el Magnífico defendiendo lo suyo que, en realidad es lo nuestro, en el tradicional acto de entrega de distinciones del Consejo Social de la Universidad cuyo presidente, Gregorio Jiménez, en tono de elegante moderación exigió mayor atención a la I+D+I, con perpespectiva largoplacista y como elemento fundamental en el motor dinamizador socioeconómico de nuestro entorno. Jiménez aprovechó para resaltar el esfuerzo formativo, creativo y tecnológico que desde la Universidad se está impulsando y la creación de empresas que hoy, desde Granada, están consiguiendo una implantación y desarrollo a niveles internacionales.
Es bueno desmarcarse de lo consabido y permanente, aunque alivie el pan nuestro de cada día, pero siendo conscientes de que, desde el presente, tenemos otro horizonte más amplio y próspero.
Mi estimada consejera, María José Sánchez, ha dado una de las mejores noticias médicas íntimamente relacionadas con la Universidad y con la investigación: la implantación en nuestra ciudad, por primera vez en el mundo, de una cornea artificial gracias a la excelente y meritoria labor de un grupo de especialistas de los hospitales San Cecilio y Virgen de las Nieves. Cuando Granada se desmarca, se desmarca de verdad.
Los granadinos nos debemos sentir orgullosos de lo que tenemos, que es mucho, pero también esperanzados en conquistar metas y objetivos que pueden alcanzarse con tesón y esfuerzo. Es malo o poco recomendable vivir de la postal y parece aconsejable abrirse a otros campos que nos marquen el futuro. A veces el granadino, tan acostumbrado a la espera, se lamenta con la frase del recordado Ángel González: «Te llaman porvenir porque no vienes nunca». Pero hay que buscar el mañana.
La Universidad de Granada ha sido históricamente un excelente referente, en la formación médica y jurídica, como hoy lo es en otras disciplinas técnicas a pesar de la excesiva floración de paraninfos. No tengo constancia de que el ranking de Shanghai, en su momento, fuese un elemento estadístico negativo para poner en cuestión el nivel de nuestra universidad. Es probable que el rector, según esos parámetros internacionales, empleara en su alocución la metáfora de la política para demostrar que los niveles de aceptación del centro, comparativamente, son notables con respecto a la profesión más denostada socialmente, en la actualidad, sobre todo teniendo en cuenta el «pastizal» que les adeuda la Junta de Andalucía y algunos ministerios. Aunque, prudentemente, nunca debe generalizarse.