Y menos a estas horas de desfonde casetero y estómagos que piden una tacita de caldo de puchero de pollo mutilado con Alka Seltzer. Cuando el periódico IDEAL da a luz su número dominical, y suben la persiana los kiosqueros, a quienes debemos con gratitud que llegue nuestra palabra escrita, aún quedan rezagados en el real de la feria bajo los suaves efectos etílicos del rebujito, o de ese ron, que enamora y embriaga lentamente, si has tenido la suerte de atracar tu cuerpo en el dique líquido y placentero de la Casa de Motril.
A esos miembros de la resistencia me hubiese gustado preguntarles de madrugada, la hora bruja de bocas deslenguadas, -no sé porqué no lo he hecho- qué pensaban de los pitos de la feria o de los pitos de odio al himno de España parapetándose en un balón de reglamento que suele desinflarse cuando acaba el partido.
La vida transcurre con pitos y flautas. La flauta dulce de Tania Sánchez, la imputada, que ha reconocido, al menos señoría, que lo suyo ha sido un error de principiante. El problema es que los principiantes saben tocar la flauta como Bartolo, por un agujero sólo. Pablo Iglesias, que ya le está tomando gusto a la casta, se lo dijo a su novia. Tocas de oído. Si te parece te dejo compuesta, con derecho a roce. A lo que ella accedió ilusionada con alistarse para las generales pero, hay amores imposibles, compañías peligrosas para empezar la comedia.
Cuando el albero nos ha echado el único polvo de la semana de necios e improvisados retratos de alejamiento entre políticos, hemos visto fingir pactos y acuerdos inusitados. Realmente hasta San Antonio, -fecha teórica legal de constitución de las corporaciones locales- no sabremos cuántas líneas rojas habrán superado unos y otros, al menos hasta noviembre, cuando las generales nos den el fruto electoral otoñal .
La semana más alegre capitalina por historia, -lo relató con sol de palabra mi amigo y compañero de Concejo, en su día, Cesar Girón-, es la del Corpus. Pero, una vez más, hemos tenido que padecer la coincidencia de la mercadería política que no digo yo que afecte al cien por cien de la ciudadanía pero que, en cierta manera, empaña el cristal del cristal con que se mira. Fue Granada, cuando la liturgia religiosa cambió la celebración del Corpus de jueves a domingo, la que popularmente se rebeló al grito de «Siempre en jueves». El arraigo de la tradición, hizo que las autoridades eclesiásticas, -creo que teníamos la suerte los granadinos de disfrutar del más humilde, prudente y cercano de los arzobispos, José Méndez Asensio, antes de que el Vaticano se inventara a Francisco-, cuando logramos perpetuar la salida procesional entoldada, sobre alfombra de juncia y mastranzo, del Santísimo por el centro de la ciudad en jueves. La Pública Tarasca a cuya impúdica mujer de cartón piedra, como es sabido, hubo de cubrirla con unas bragas de sex-shop el púdico José Miguel Castillo Higueras, otrora concejal de la cosa, me ha impresionado este año con ése lúcido modelito, fucsia, divino de la muerte, digno de desfilar por la Pasarela Cibeles.
Lo único que he celebrado, alzando mi copa de limonada, en Fuentevaqueros, porque ya les digo que no tenía el Corpus para fiestas, fue la entrega de «El Pozo de Plata» al profesor Sánchez Trigueros en el aniversario del nacimiento de Lorca. Antonio por su bonhomía, por su carácter donde anidan la bondad y la generosidad, por su amor a Granada, por su capacidad intelectual y sobre todo por su independencia y libre pensamiento es uno de los lujos de los que disfruta esta ciudad de la Literatura.