Benedicto XVI dimitió como Papa, de la iglesia Católica –lo he dicho alguna vez– con fuerza de flaqueza pero con la cabeza tan clarivente y certera que le ‘aconsejó’, al Espíritu Santo, que los cardenales se pusieran de acuerdo para que su sucesor fuera un cardenal argentino, con el sello de la S.I. un tal Jorge Mario Bergoglio, que, por primera vez, tiene revolucionada a media Iglesia, a la otra media en meditación y a los ateos y agnósticos con dudas existenciales.
Extramuros vaticanistas, en Andalucía, España, donde ocurre de todo, en El Palmar de Troya, surgió a finales de los años sesenta la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, luminosa idea de un grupo de amiguetes que tenían amistad de atrás y que nombraron a Clemente Domínguez ‘papa Gregorio XVII’. En 2005 fallece Clemente y se hizo cargo de la iglesia Manuel Alonso, que adoptó el nombre de Pedro II. A la muerte de éste en 2011, los designios ‘palmarianos’ elevan a la más alta dignidad a Ginés Jesús Hernández, más conocido por la feligresía de la autónoma orden sectaria como ‘Gregorio XVIII’.
La reciente dimisión, inesperada, la marcha súbita, la despedida a la francesa de Ginés Jesús como ‘papa palmario’ ha dejado perpleja a la comunidad de la Santa Faz que, como su propio nombre indica, desde su creación, se han estado comiendo la faz y haciendas de sus incautos conversos, lo que le permitió construir un churrigueresco santuario, guarida de dudosos y dudosas ‘perlas religiosas’, y vivir de numerosos donativos y regalos de inocentes seguidores de diferentes países.
Según parece, el dimisionario Ginés ha dejado el papado por amor. Todo por amor. En sus frecuentes audiencias conoció a una muchacha, Nieves, de Monachil ella, de buen ver, que parece que le hizo tilín al pastor. El ‘pontífice’ canijo quedó prendado de la buena moza y, sin pensárselo dos veces, renunció a la pompa y ceremonial abandonando la tiara, el báculo y la pluvial capa y se adentró en el camino de la
apostasía.
Ginés Jesús, murciano-muleño, que como ‘seglar’ fue ‘paraca’ antes de llegar al ‘pontificado’, se tiró sin paracaídas y tocó suelo en Monachil, con un BMW gama alta, para reencontrarse con su amada, devota feligresa ‘troyana’, confirmándose el viejo dicho de que más tiran dos tetas que dos carretas. El hasta ahora ‘Gregorio XVIII’, por lo que he leído, es un hombre bueno, tal vez incomprendido por algunos sectores
de la orden. ¿Cabe mayor bondad que elevar a los altares a Francisco Franco? Pero le
faltó tacto y pericia al ‘Pájaro Espino’. Tendría que haber hecho, al menos, beato en vida a Pablo Iglesias, como apóstol de los afligidos, desvalidos y desamparados, y equilibrar, así, las sensibilidades para facilitar la entrada de finanzas de los lilas universales en el cepo.
Mientras, El Palmar de Troya tiene sin ‘fumata’ blanca un ‘papa’ suizo, Joseph Odermatt, que pondrá de moda los bollitos. En Granada, que viajamos en autobús los que queremos ir en tren, a la espera del AVE, el Metro, el Museo de la Ciudad, el Teatro de la Ópera, el Legado de García Lorca… tenemos la Alhambra y ‘Habemus Papam’, a lo pobre, a las faldas de Sierra Nevada, con mucho emérito. Y es que,
a veces, nos pierde la impaciencia y la desmedida avaricia chauvinista sin valorar, seriamente, lo que tenemos.