Los que somos propensos a la gordura por vía genética, si además no practicamos el senderismo, atrapados en el sedentarismo, y evitamos fumar cuyo vicio aumenta, según las estadísticas, –lamentablemente– lo menos perjudicial para mantenerse medio qué y sobrevivir hasta la fecha de caducidad, evidentemente, es llevar una dieta adecuada o ayunar de vez en cuando.
Hace unos días vino a mí, no se cómo, un virus gástrico extremadamente impertinente con nauseabundos síntomas y un despreciable deseo de ingerir alimento alguno. Durante una semana he sobrevivido gracias a los recurrentes bebedizos recomendados según las viejas consejas y, algo más repuesto, el estómago me pedía verde que te quiero verde y las verduras entraron en mi cotidiana gastronomía, con lo que me convertí en vegano de la noche a la mañana, cuestión que, en normales circunstancias, era verdaderamente impensable.
La ‘veganía’ está de moda, pero también el ayuno. Unos que ayunan por política son los secesionistas encarcelados por rebeldía en Cataluña, que han decidido de cara a la afición no abrir boca, aparentemente. Digo aparentemente porque, según hemos sabido, se alimentan de extranjis con alimentos –batidos nutricionales– que suelen administrarse a personas que no pueden ingerir productos sólidos. La engañosa trampa de los presuntos delincuentes del ‘proces’ es tan falsa e hipócrita como la huida del nada honorable Puigdemot hacia una ‘república catalana en el permanente exilio’. No sé sí llegarán depurados a juicio, pero sin duda no irán desmayados, ni débiles físicamente. Psíquicamente seguirán siendo ellos y eso no adelgaza, simplemente debilita la salud mental.
El beatísimo obispo de Solsona, en un gesto que lo califica de pusilánime provocador, ha decidido ayunar los viernes y pide a sus feligreses que sigan el ejemplo de sus hermanos encarcelados. Esa solidaria y extremada actitud en un clérigo sería razonable por los menesterosos que ayunan indigencia, pero es estúpida esa pastoral de apoyo a unos disidentes, presuntos delincuentes, contra nuestras –de todos– leyes. En cualquier caso el que quiera seguir el ejemplo del obispo que no olvide administrarse batidos nutricionales para no desfallecer.
El ayuno, a veces, va unido a la abstinencia, como es el caso sorprendente de la nueva llamada de atención a las feministas que lanza PETA (Personas por el Trato Ético a los Animales) pidiéndoles que se abstengan de consumir huevos. En un principio, como hay tanta leyenda popular acerca de sus propiedades en relación a los beneficios y perjuicios para la salud, uno en su unidad se pone en lo peor y se remonta a la prehistoria del ave pensado qué fue lo primero en crearse, si el huevo o la gallina. Pero no, PETA, a través de un artículo de Michelle Kretzer compara a las gallinas con seres humanos y denuncia que la gallina está sobreexplotada por el gallo, por eso las feministas no deberían comer huevos.
Este movimiento animalista de Personas por el Trato Ético a los Animales, recientemente ha tenido la noble idea de ir eliminando frases y dichos populares que consideran homofóbicas, racistas y ofensivas para los animales modificándolas como: «Coger el toro por los cuernos», por «coger las rosas por las espinas»; «matar dos pájaros de un tiro», por «alimentar a dos pájaros con el mismo pan» y podríamos añadir, por ejemplo, «eres un merluzo», por «pareces un pececillo de colores»; «a cara de perro», por «con rostro de can juguetón» o «eres un cerdo» por «me recuerdas al gorrino Porky». Sospecho que los animalistas nos irán sorprendiendo con originales ocurrencias como estas. Lo que me preocupa es que se extienda la costumbre de no comer huevos de gallinas casquivanas.