Algunos medios de comunicación extranjeros se han hecho eco de las declaraciones de un potentado sultán de Emiratos Árabes, en el sentido de querer comprar la Alhambra, Patrimonio de la Humanidad y uno de los monumentos más representativos del arte nazarí. Aunque no es la primera vez que el mundo árabe muestra su interés por recuperar la «fortaleza roja», cobra mayor trascendencia la noticia a pocos años de celebrarse en Qatar la Copa del Mundo de fútbol y en el horizonte del 2020 la Exposición Mundial; ocasiones de gran impacto mediático y social más que oportunas para enseñar al mundo la más bella y delicada pieza arquitectónica de la época andalusí.
Aunque de una gran complejidad, pero absolutamente seguro, el monumento sería trasladado, piedra a piedra, por vía aérea hasta Emiratos tras un minucioso proceso tecnológicamente muy avanzado que permitiría desmontar, por ejemplo, la Torre de la Vela en una semana. Según los ingenieros musulmanes, expertos en éste tipo de trasplantes, la Alhambra, incluyendo los jardines del Generalife, podrían lucir en su nueva ubicación en mayo de 2015, coincidiendo con las elecciones municipales en España.
El sultán, que desea permanecer en el anonimato, por el momento, a cambio de la Alhambra aportaría tanto al Estado español como a la Junta de Andalucía petróleo y dólares a negociar, a perpetuidad. Por ahora, ni el ministro Margallo, ni Luciano Alonso se han pronunciado al respecto. Pero, según fuentes próximas al gobierno andaluz, han manifestado que ante la mala situación económica «todo es negociable y hay que escuchar a todo el mundo». Aunque las mismas fuentes aseguran que la Alhambra «no es una Alhambra cualquiera».
De manera oficiosa y reconociendo su perplejidad, Mar Villafranca, la actual directora del Patronato de la Alhambra, ha declarado su asombro ante quienes con dinero pretenden obtener todo: «Lo único que faltaba, -ha dicho- es que yo, después de haber rehabilitado el Patio de los Leones, colaborase en que se los llevaran a los Emiratos Árabes».
La noticia, aún desconocida para la gran mayoría de los españoles, y concretamente en el ámbito local, no ha permitido conocer el sentimiento que provocará en la opinión pública. Pero desde luego estamos ante un hecho insólito, ambicioso e intolerable, pero también tentador.
Se trata de un delicado asunto que además traería un problema añadido, en caso de que las autoridades llevasen a cabo el negocio: ¿Qué sucedería con el solar resultante? ¿Viviendas? ¿Hoteles? ¿Campo de golf? Tal vez lo mejor sería construir una Alhambra más moderna con piscina climatizada, jacuzzi y aire acondicionado y habilitar las mazmorras con encanto para conseguir turismo estable.