Se agostan las plantas, se acaban las vacaciones, los padres se dedican a llenar las mochilas de material escolar, con gran esfuerzo económico, antes de que empiece la rutinaria vorágine docente y? vuelta al molesto ruido del despertador, al afortunado trabajo, al autobús o al coche. Al atasco.
Septiembre, con el tradicional veranillo de los membrillos, llama desesperadamente a las puertas de los partidos políticos, -tal vez también a la de los sindicatos- que ya velan armas para la contienda que les llevará a la conquista de los ayuntamientos de España en mayo del próximo año. La verdad es que no paramos de consultas cuando no son electorales son médicas.
La novedad más sobresaliente, de estos próximos comicios es la propuesta del Partido Popular de que los alcaldes se elijan a través de la lista más votada, no por obra y gracia del «tutto revoluto» de los acuerdos y repartos de poder de los partidos perdedores. Parece lógico que la formación política que goce de un mayor respaldo social, en las urnas, sea la que gobierne la institución porque, democráticamente, así lo ha expresado el pueblo. De todas formas creo que es una modificación de la ley electoral que deberán discutir populares y socialistas fundamentalmente, con moderación e inteligencia, entre otras razones porque ambos han coincidido en contemplar dicha posibilidad. Recordemos que en el programa del PSOE del 2004 figuraba la iniciativa aunque no fue impulsada por el Gobierno de Zapatero quizá porque no le convino estratégicamente en aquella ocasión.
Esa falta de entendimiento, entre los dos grandes partidos, que en algunas cuestiones parece enconarse cada vez más, es el oscuro callejón que algunos oportunistas aprovechan para beneficio propio. Objetivamente es que existen leyes muy importantes, pongamos por ejemplo la de Educación y grandes asuntos de Estado como la aconsejable reforma constitucional, en los que se hace necesario un encuentro de generosidad común desde la serenidad y la responsabilidad institucional de las dos fuerzas más representativas de la sociedad española. De lo contrario arreciarán las tormentas, con gran aparato eléctrico y las fuertes lluvias ácidas que no son beneficiosas para la generalidad pero sí para las minorías que nada tienen que perder y mucho que ganar.
Hay inquietud y preocupación en el seno de los partidos políticos tras el aviso a navegantes de las pasadas elecciones europeas. Dicen los politólogos y expertos en sociología que las municipales darán unos resultados diferentes, que la tendencia será otra. De todas formas, por distintas razones, cunde el pánico en grandes y pequeños y, por ahora, nadie es el guapo que voluntariamente admita apuestas.
Se escuchan y se leen voces autorizadas y desautorizadas que demandan renovación en la cartelería: caras nuevas y jóvenes al poder. Eso está muy bien, -sin despreciar la experiencia y la veteranía que son un grado-, siempre que aporten ideas realistas, ética, moral y eficacia en la gestión. Para utopías me quedo con el perro Duke, que ha sido elegido alcalde por un año, frente a un candidato humano, en la población de Cormorant, perteneciente al estado de Minnesota. Se confirma, una vez más, que el perro es el mejor amigo del hombre.
EE UU es el país de las oportunidades y suele premiar, a la vista está, a todo animal racional o irracional que se lo merece. Duke, de raza gran pirineo, «trabajaba» altruistamente por la seguridad de los habitantes de su pueblo y controlaba el tráfico y los límites de velocidad. Está claro que algo está cambiando en el sentido del voto y en la sociedad canina. Evidentemente, Duke, como regidor, ladrará, pero no morderá. ¡Guau!