Hemos concluido las fiestas navideñas con el, sincero, pero cínico twitter de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en la noche de Reyes: «Tomamos tan en serio las tradiciones que las actualizamos y diversificamos para que sigan importando. Buenas noches, hoy toca dormir pronto». Y, en efecto, Carmena, como puede, al parecer con el deber cumplido, se fue al catre pudiendo con la emoción de haber conmocionado a gran número de tradicionalistas que viven la historia legendaria con el ‘rigor’ de esa emocionante ilusión que se ha transmitido, cristianamente, de generación en generación, y la gran mayoría la ha asumido. De la misma manera que, con distinto sentido, se asume la internacional leyenda de Papá Noel.
Hay quienes en las redes sociales, después de la pasada cabalgata de SS.MM., en ‘Madriz’, han tratado de machacar a la regidora, incluso, escribiendo con nombres y apellidos que no la perdonan por la renovada vestimenta de los monarcas, tan diferentes, a otros años, donde las coronas eran de cartulina picuda ‘purpurineada’, propias de los recortables del ‘jardín de la infancia’, las barbas cuidadas de la cultura ‘hipster’ y los ropajes de attrezzo como diseñados por Ágata Ruiz de la Prada.
Dejemos a un lado a ‘Miguelín’, que este año no participó en el cortejo con sus disciplinadas ocas, o la ausencia de esos camellos ‘orientales circenses’ porque los animalistas –ha sido un clamor– no querían ‘maltratarlos’, ni estresarlos, en el desfile de la ilusión. Y como pueden, que viene de Podemos, los han eliminado de la cabalgata como han eliminado la simbólica estrella que guía al Portal, el oro, el incienso y la mirra.
Todo es un teatro consentido, una puesta en escena con la complicidad familiar, para pequeños y mayores, que forma parte de nuestras más arraigadas tradiciones. En Granada, donde, recientemente, se han hallado ropajes impecablemente conservados en un arcón del Centro Artístico Literario y Científico que, según los estudiosos, creó una de las primeras cabalgatas de reyes, hemos encarnado a lo largo de un siglo a SS.MM. Melchor, Gaspar y Baltasar con menos podemos, con menos medios, poetas, catedráticos, artistas, deportistas, músicos, cantantes, periodistas, políticos y empresarios.
Lo verdaderamente humano, ejemplarizante y democrático es que muchos de los que representaban a los Magos de Oriente eran republicanos convencidos y no recuerdo que ningún cinco de enero, alguno de ellos, abdicara de la prestada y efímera coronación e hiciese apostasía por sus creencias políticas.
Confieso que después de conocer ‘Los Belenes’ que la abuelita Carmena ha colocado por Madrid, me esperaba cualquier cosa de la cabalgata. A mí lo que me chocó fue su abrigo negro clerical, en contraste con tanta modernidad, el sonido a mitin mochilero de la alocución de un tal Melchor y me resultó de alucine el cante, con el guitarrón, de un tal Baltasar.
Comprendo que este año los niños madrileños se fueran rápidamente a la cama a dormir, después de tanta marihuana de despropósitos. Pero, lo digo en el titular, sinceramente perdono a Carmena. Ella sigue su hoja de ruta. Como su jefe de filas que se ha desayunado a Izquierda Unida y pretende comerse, con tenedor, cuchillo, en mesa y mantel dialogante, al Partido Socialista. Que aproveche.