No creo yo que influya la posición de la Universidad de Granada en el ranking de Shangái tras determinar que en un futuro no muy lejano nuestro primer centro docente contará en sus instalaciones con retretes multiuso. Es decir, que mujeres, hombres y demás puedan utilizarlos indistintamente. Que la ejecución haya partido de las autoridades académicas no hay ninguna duda, pero no es menos cierto que se trata de una idea reivindicativa de un grupo de estudiantes que en marzo de este de año protagonizó un encierro en la biblioteca de la Facultad de Ciencias y empapeló otros centros universitarios afirmando que «los aseos no tienen género».
Estos tipos de urinarios están muy extendidos, tanto en España como en otros países y no es relevante la medida. Pero como con en todo existen personas a favor y personas en contra de compartir tan íntimo y delicado cuartito. Por lo que a mí respecta me trae sin cuidado porque, después de haber visto y olido los retretes públicos que había en la plaza de BibRambla ‘in illo tempore’, cualquier aseo me parece una delicia en la comuna evacuación, siempre que esté aseado, higiénico, con luz, papel sobre todo, esencialmente, papel higiénico, la cisterna funcionando y un lavabo para lavarse las manos debidamente.
Me explico. El aseo aseado es un aseo limpio. No hay nada más nauseabundo que un aseo sucio. Higiénico es que esté pulcro, desinfectado, desinsectado y desratizado. No es la primera vez que mientras desahogas la vejiga aparece por el lateral derecho de la pared una cucaracha alada que te corta el chorrillo. La luz. El habitáculo debe tener una lámpara, alógena preferiblemente, con un interruptor para apagar y encender a capricho, no a capricho del censor que se apaga a la mitad de la cosa y tienes que hacer unos movimientos sexi hasta que se enciende otra vez. El papel higiénico se echa de menos en muchos excusados. Algunas veces, porque el personal se lo lleva a su casa y otras porque el dueño del establecimiento, para ahorrar, no lo pone. Y cuando te apremia un retortijón diarreico la verdad es que en lo que menos piensas es en el papel. Después puede ser trágico comprobar que no hay papel, como en las grandes corridas de toros, y ya lo único que trabaja es la imaginación. La cisterna. Hay que desconfiar de las cisternas que gotean permanentemente o el tirador de metal ha sido sustituido por una una guita más sucia que el sobaco de Ana Gabriel la de la CUP. Cualquier excremento permanecerá inalterable y dejará detritus imperecederos en la taza y, finalmente, un pequeño lavabo con su aplicador de jabón líquido para lavarse las manos tan recomendado por las autoridades sanitarias.
Así es que con estas premisas yo apoyo el inodoro compartido en la universidad, ero antes de su implantación debería educarse, desde primaria, a la población en la adecuada utilización del artilugio con agua corriente –inventado por un inglés para solaz de las posaderas de Isabel I– y no cejar en ese empeño hasta concluida la carrera creando la cátedra de ‘Retrete Neutro. Normas Higiénico Sanitarias para su Correcto Uso y Disfrute’. No hay nada como la educación cuando nos disponemos a utilizar fisiológicamente un váter, que además van a compartir otras personas del mismo o diferente sexo pero que merecen el respeto y la consideración a la hora de miccionar o evacuar aguas mayores. Y sabido es el viejo axioma, como primer mandamiento, que debe inscribirse en todo servicio que se precie en el reverso de la puerta: «Ya que habéis venido. Ya que estáis aquí. Bienvenidos seáis seres neutros. Abrir las piernas, desahogar el cuerpo, atinar al centro, acaso sentaos tranquilos, tal vez contentos y con esfuerzo. Pero hacerlo dentro».