Borrón y cuenta vieja

Dice un amigo que Rajoy ha dimitido dejando a España bien y a su partido hecho unos zorros. Realmente hay que reconocerle muchos méritos al hoy registrador de Santa Pola, que sin ruido y alharacas se ha incorporado a su despacho titular renunciando a cuantos privilegios a los que tenía derecho como ex presidente del Gobierno de España –cuestión que ha pasado de puntillas porque pone en evidencia al ‘colegaje’ y a los medios de comunicación que no suelen ser generosos con los ausentes– pero, como muy bien comenta mi amigo, don Mariano le ha dedicado más tiempo a los españoles que a la disciplina y al orden de la organización política que le sustentaba. Craso error. Porque en estos últimos años han crecido facciones de indisimuladas ambiciones que no han sido beneficiosas para el partido. La rivalidad entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal se mantiene incluso en la carrera electoral para presidir el partido y ser candidatas a la presidencia del Gobierno, aunque hayan envainado, en tan novedosa experiencia, las espadas y discurseen ahora palabras de unidad.

 

 Pero lo que se percibe es borrón y cuenta vieja. La candidatura de Núñez Feijóo, frustrada por razones del pasado o compromiso de servicio a la patria gallega, hubiese sido un revulsivo estimulante para los afiliados y votantes del PP, como también podría ser la de Ana Pastor por su rigor, independencia, capacidad y competencia. Pero la presidencia de la Cámara Baja le ha impedido dar un paso al frente. Con respecto al resto de candidatos, el aspirante Pablo Casado, pese a su bisoñez política, podría dar el perfil deseable, pero sigue enredado con el dichoso máster que jurídicamente debería concluir, lo antes posible, después de las afirmaciones del rector de la Universidad RJC confirmando que «las convalidaciones del máster de Casado son irregulares». Todo parece indicar que no llegará al congreso extraordinario con demasiados apoyos.

 

Mientras tanto, Pedro Sánchez debe encontrarse cómodo en el Palacio de La Moncloa porque su intención, si el tiempo no lo impide, es seguir presidiendo el consejo de ministros hasta agotar la legislatura. Atrás queda la promesa de formar un Gobierno transitorio que convocaría elecciones «cuanto antes». Y es que cuando se alcanza el poder se hace muy difícil abandonarlo. El sueño de Sánchez, como todo político, es el de perpetuarse hasta que las urnas o una moción de censura lo desalojen. Pero es la primera en la frente y miente quien incumple con la palabra dada. Por el momento tiene entretenidos a sus avalistas y le urge conversar con el independentista presidente del gobierno catalán Torra que, por cierto, cobra un sueldo que duplica al que percibe el presidente del Gobierno de España. «España nos roba». Veremos a ver qué va aconteciendo en el día a día porque algunas promesas, –entre ellas la subida de las pensiones– por lo escuchado y leído, quedarán en el aire, serán papel mojado o dormirán en los despachos ministeriales hasta nuevo aviso.

 

 Curiosamente los barones del PSOE, entre ellos la presidenta andaluza, Susana Díaz, se han revuelto con su secretario general y presidente en demanda de una reforma de la financiación autonómica. En definitiva se pide un nuevo modelo más equitativo y justo con cada una de las Comunidades, lo mismo que le exigieron en su día al ministro Cristóbal Montoro. Es que una cosa es estar en la oposición y otra en el Gobierno.