La Borrachera

Ha sido una semanita etílica que comenzó con la resaca del insensato juez Enrique López, que a lomos de su motocicleta circulaba por el ebrio Madrid que amanecía y la policía le dio el alto por no llevar casco sin despeinarse. Iba bebiendo los vientos cuando los agentes, atónitos, observaron que el magistrado se explicaba en arameo. Antes de llamar a un traductor, los servidores del orden público, le hicieron, por si acaso, nada más que siete pruebas y héteme aquí que el togado cuadruplicaba la tasa de alcoholemia. A partir de ahora, Enrique López, que ha arruinado su carrera por «soplar» puede soplar, dentro de la legalidad vigente, lo que quiera desde un globo a un matasuegras e incluso sumergirse en una barrica del Marqués de Cubas y morir alcoholizado en su propio manantial. Continuar leyendo →

Ensalada de siglas

Ya sabíamos, sin ser adivinos, que las elecciones europeas iban a propiciar dos hechos determinantes; de una parte la abstención y de otra las consecuencias de los negativos resultados en las organizaciones políticas mayoritarias.

La ensalada de votos de conservadores, socialdemócratas, izquierdistas, ultra izquierda, ultra derecha, independentistas, neonazis y partidos antieuropeístas, dibujan un panorama de escaños semejantes a una torre de Babel de difícil digestión en el Parlamento de los pueblos de Europa. Pero hay que respetar las urnas. Continuar leyendo →

Votar o no votar

Ésa es la cuestión en la jornada dominical que llama, fundamentalmente, a la responsabilidad de la ciudadanía para que se exprese democráticamente y vote en conciencia a quien considere que mejor puede velar por los intereses de los ciudadanos en los estados unidos de Europa. Pero existen electores que, por diversas razones, votan en blanco u optan por abstenerse y no acuden a las urnas. La abstención, presumiblemente, es uno de los factores negativos que han venido resaltando las diversas encuestas publicadas a lo largo de la campaña. Continuar leyendo →

Violencia

Es raro el día que no tenemos noticia de algún caso de violencia social, lamentablemente, con resultado de muerte. Con frecuencia se reiteran los que protagonizan los terroristas del acoso y malos tratos hacia la mujer a la que después de asesinarla, por lo general intentan suicidarse. Estos personajes, perturbados, deberían ir, bueno deberían ir al médico especialista, pero si por orgullo, venganza, odio o autosuficiencia no quieren o consideran que no necesitan ayuda, tendrían que ir cambiando el procedimiento. Es decir, primero suicidarse ellos y después…. De esta forma nos evitaríamos mucha sangre inocente derramada, muchas penas innecesarias y mucho sufrimiento en numerosas familias. Continuar leyendo →

¿Qué quieres que te diga, Enrique?

Y hablamos del tranvía de la cremallera y de las «pasaeras», de moros y cristianos, de los guardas jurados y los tiros de sal por el follaje alhambreño, de quienes se extendían en la cita hacia Puerta Real como epicentro de los genuinos malafollás, de las extintas putas de La Manigua y aquellas que aliviaban, a mano, el espíritu guerrero de la soldadesca, sin graduación, en los jardinillos del Salón y de aquellas tertulias de intelectuales y artistas que daban sabor y olor a tabaco liado y quemado en la nube del humo de las diversas ideas a las columnas blancas y doradas del viejo Café Suizo. Continuar leyendo →

La hormona del amor

Que no sabe usted, señoría, -vino a decir el abogado defensor de Isabel Pantoja-, lo que el amor puede provocar en una criatura sedienta de ardor y de deseo. La hormona del amor, agregó el letrado, es lo mismo que un nublado de tiniebla y pedernal. Es un potro desbocado que no sabe donde va. Mi defendida quedó prendada de esa figura irrepetible de Julián Muñoz y no solo sintió mariposas en el estómago sino que quedó obnubilada, alelada, casi en estado catatónico transitorio contable donde, difícilmente, podía diferenciar la realidad de la ficción. Tan es así, señoría, que en vez de blanquear, a «Mi gitana» de Marbella le dio por blanquear dinero de su corrupto amante. Continuar leyendo →

Vaya con la Abaya

Tenemos un Rey, que cojea, pero que se apoya en el bastón de la dignidad del primer español que abre caminos comerciales, allá donde se presume que puede haber negocio seguro y de nivel para insuflar oxígeno a nuestras empresas tan necesitadas de producir en tiempos de sequía industrial.

Sería injusto obviar las hojas de ruta que marca el gobierno con acertados destinos, pero también sería injusto no reconocer el alto nivel de reputación de don Juan Carlos en todo el mundo donde goza de considerable prestigio como mandatario que supo armonizar, de manera inteligente y plural, a una sociedad que se acostó con la dictadura y se levantó con la democracia de manera ejemplar. Continuar leyendo →

Corrección

Llama poderosamente la atención el que algunos ministros y ministras europeos, de distinto signo político, estén siendo escrupulosamente exigentes con la conducta estética de los funcionarios a su cargo. Es decir que, como la mujer del César, tienen que ser y además parecerlo. Lo de la ética se presupone y ahora lo que tratan es de salvaguardar la estética como garante y signo de identidad de los servidores públicos. Continuar leyendo →

Trajes

Estaba yo, anoche, con la última torrija, de la tercera fuente, en la que no había aún cristalizado el almíbar, -las torrijas las hago yo con estas manos que escriben- cuando en la placentera degustación semanasantera me acordé de Arias Cañete tan amante de los yogures caducados. Y la reflexión fue oportuna: ¿Cuándo caduca una torrija? Tengo yo que preguntarle al jerezano político, antes de que se marche para Bruselas a perder kilos, qué caducidad tiene este postre casero Pascual tan sencillo y exquisito.

El ritmo de vida, los horarios, la alimentación, incluso la monotonía y la meteorología inciden, fundamentalmente, en el organismo especialmente si procedes de un país donde la gastronomía y el clima son tan diferentes como es el caso de España. No se si va a perder kilos, don Miguel -porque también las salchichas circulan con frecuencia en la carta de los restaurantes-, a mejorar la agroalimentación de las naciones unidas de Europa o, simplemente, a cambiar de escenario político vital.

Lo que es evidente es que no se puede dejar de fumar y llevar una vida sedentaria. A mí sí me vendría bien cambiar de hábitos y echarme un baile en la oficina, -como se ha puesto de moda en EE UU-, para soltar grasa. Lo hace el mismísimo presidente Obama que desde el despacho Oval coge carrerilla y se da una vuelta por los pasillos de la Casa Blanca, en compañía del vicepresidente Joe Biden que luce su plena forma a los 71 años. A Clinton le dio por el ejercicio estático y parece que también le funcionó.

Tengo varios trajes y pantalones que no me los puedo poner porque he cogido unas hechuras propias de un «picaor» de la cuadrilla del Juli. Y, lo que es la vida, he comprobado que el número de prendas casi coinciden con las que Correa y «El Bigotes», obsequiaron a un tal Rafael Betoret, exjefe de gabinete de la Consejería de Turismo de Valencia implicado en la trama Gürtel. Betoret se vio obligado a devolver los trajes por decisión del magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana y ahora, el alto tribunal, ha decidido depositarlos en contenedores municipales con destino a entidades benéficas. El condenado Betoret ha quedado desnudo ante la justicia.

Y ahí estoy dándole vueltas a la cabeza sin saber qué hago con la ropa imponible pagada con el sudor de mi frente. No se si abrirme un hueco en Bruselas, si correr pasillos, dejar de comer torrijas, ampliar el fondo de armario a la espera de adelgazar, venderla en el mercadillo de los sábados a precios outlet o regalar trajes y pantalones a una oenegé que no los revenda.

El tiempo

Palmas y olivos abren la mañana venturosa del Domingo de Ramos que sigue siendo para los creyentes, por tradición, el esperado día de estrenos y de inicios de desfiles procesionales de pasiones, de ritos y tradiciones ancestrales que han perdurado en el transcurso de los años gracias a la impagable y ejemplar labor de esos núcleos sociales, plurales, que conforman nuestras cofradías de Semana Santa y que tienen el mérito colectivo de mantener viva la gran historia de la Pasión.

Pero, a pesar del buen tiempo y del sol que calienta nuestros fervores, nuestra mirada sigue al detalle la evolución meteorológica porque la primavera, a más de que altera la sangre, inspira a los poetas y nos hace estornudar a los alérgicos, es caprichosamente perversa y se deja caer a chaparrones.
No hay Semana Mayor que se libre de la lluvia celestial. Ése golpe de agua puede purificar el ambiente e incluso limpiar las calles pero nos deja con el pabilo apagado y la tristeza cofrade de la frustración de no salir.

Y nos es fácil salir de la encrucijada de amarguras empedradas de intereses y desencuentros en el matrimonio, de conveniencia, difícil de mantener que cohabita en San Telmo sustentando el gobierno de Andalucía. Allí, en Viernes de Dolores, amenazaron negros nubarrones con tensas tormentas que, llegado el rayo, podrían haber fulminado lo convenido en el pacto de gobierno.

La trianera, Susana, presidenta capataz que se había crecido con una «levantá», Macarena, antes de la «madrugá» decretando legalidad en las formas y marcando territorio inexpugnable, al final, ha amagado y pierde credibilidad como presidenta consensuando con su socio de gobierno, la «provisionalidad» de un hecho delictivo, algo difícil de entender por la mayoría social. ¿Cómo se puede legalizar lo ilegal «provisionalmente» en un estado de derecho?

Lo siento por la señora Díaz que ha sucumbido, lamentablemente, a unas pretensiones propias de un país tercermundista con regímenes propios de dictaduras bananeras. Ella, y lo que representa, es distinto y distante y hubiese sido una ocasión para poner a cada uno en su sitio.

Aunque el Jueves Santo para el orbe cristiano es Día del Amor Fraterno, para los agnósticos o ateos, no creo yo que contribuya la fecha a estrechar lazos de fraternidad. Entre los amantes bipartitos, que se han jugado el incierto futuro de la gobernanza andaluza por treinta denarios de los de ahora, tampoco abrigo esperanza alguna.