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El Gato Gordo y Naranja que vivía pintado en la fachada de una de las casas de la Cuesta del Realejo se ha mudado al corazón de Nueva York.

Granada no es precisamente el país de las maravillas para la vanguardia cultural y tiene que abrirse paso a duras penas en terrenos tan venturosos como el street art y los grafiti, el pop y la música independiente, el cómic o el compendio de locales diseminados por todos los barrios de la ciudad donde germina el espíritu de una cultura distante de la oficial que crea trabajo y esperanzas bajo la forma de microteatros, cuentacuentos, ludotecas infantiles, todo tipo de muestras y exposiciones y, en fin, conciertos, sesiones y recitales desenchufados a media luz que se ‘cuecen’ en sótanos y en azoteas a la luz de las vela bajo el influjo de cada luna llena.

El Gato Gordo es el paradigma de todas ellas. Una suerte de cooperativa basada en la economía compartida donde todos parecen salir ganando en un modelo que en el mundo occidental denominan ‘win-win’.

Donde ‘win’ en inglés es ganar y la aliteración implica que ganan las dos partes. Someramente y bajo contrato legal, un grupo de gente joven alquila un edificio en mal estado y se compromete a reformarlo a cambio de poder vivir en él durante un periodo de tiempo.

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En el interior, todas las formas de nueva economía compartida y las modas se dan cita en una suerte de laboratorio social incomparable. Hay menúcompartido para la ‘familia’, hay gente que duerme en los sillones un par de días y retoma el camino, hay gente que se ayuda entre sí y conecta con otras fibras de la ciudad y, los jueves y viernes, hay acción cultural bajo la forma de microteatro, música, maquillaje, cabaret y lo que toque.

Las entradas se han reservado vía Facebook y, por supuesto, la entrada es gratis hasta completar aforo.

El resultado es que desde el otoño pasado, cuando comenzó el curso, siempre se ha llenado y mucha gente se ha quedado en la puerta sin poder ver el espectáculo.

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La guinda a este torrente creativo fue un grafiti que ocupaba toda la fachada de la casa de la Cuesta del Realejo.

Un Gato Gordo y Naranja que simbolizaba lo que sucedía puertas adentro.
Sin embargo, el Ayuntamiento, so pena de multa de 3.000 euros, ordenó que se cumpliera la ordenanza y que se repintara de blanco la fachada.

Así se ha hecho. Pero el grafitero El Niño de las Pinturas sorprendía a todos al publicar en Facebook una foto del gato naranja pintado en Manhattan donde, además, acaba de decorar la fachada de un hotel en el corazón del Soho de Nueva York, donde se ve al gato naranja muy enfadado sobre un busto de García Lorca.

Lo que no quiere Granada luce en Nueva York con todos los respetos.
Para pensar.

MÁS INFORMACIÓN
Hay un Gato Gordo y Naranja por los tejados del Realejo, sobre la casa compartiday su actividad y moradores (Leer el link en el blog Cableados)

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