«La Ciudad Comprometida»
Por Ana Belén Herruzo García. Arquitecta
Parece que el hombre desde siempre ha actuado en su medio de una forma diferente a la mayoría de los animales. Se ha creado casi la necesidad de modificar su entorno para “facilitar” su vida. Desde los primeros instrumentos como lanzas, hachas, martillos, palancas, hasta las más modernas herramientas como los ordenadores, han sido creados por éste con el mismo fin. La consecuencia directa de la actividad del hombre es la modificación del medio que le rodea. Este proceso, en el que no vamos a entrar en mayores detalles, fue dando lugar a lo largo del tiempo a un desarrollo muy complicado de interconexión entre el hombre (sus necesidades) y su entorno (el medio físico). No podemos olvidar esta pequeña reflexión a la hora de plantearnos qué entendemos por medio rural y qué entendemos por medio urbano. Si bien la primera idea que tenemos de cada una, es que una se traduce a ciudad y la otra como el resto o medio natural, debemos ahondar en cual es el fondo y el sentido de tales afirmaciones a priori tan sencillas.
Continuando con la primera reflexión, parece, en primer lugar, que cuando hablamos tanto de urbano como de rural, asociamos el uso de un suelo con una actividad humana, esto es, una forma de interconexión entre el hombre y su entorno acorde con las necesidades demandadas por el mismo. Claro está, que en nuestros tiempos cabe introducir gran cantidad de matizaciones introducidas precisamente por la gran capacidad de los nuevos “instrumentos” con que se cuentan para llevar a cabo esta tarea, como puede ser la deslocalización de los usos y la globalización de los medios. Lo rural queda asociado a una actividad que obtiene directamente del suelo lo que necesita, como puede ser la ganadería, la agricultura, la minería… Lo urbano queda asociado a procesos secundarios, y terciarios, con todas las actividades que generan los mismos: industrias, servicios,… por lo que podemos entender queda vinculado a la manipulación de los recursos obtenidos en el medio rural, y los servicios creados como consecuencia de este proceso. Sin embargo, este no es más que un proceso que puede repetirse indefinidamente, y en este paso no hacemos distinción entre lo urbano y lo “ultraurbano”. Esto nos hace pensar en si realmente se puede diferenciar entre urbano y rural cuando parece que uno es la extensión del otro.
Entonces, ¿qué es lo que entendemos que diferencia lo urbano de lo rural, si como parece en el fondo son quizás diferentes aspectos de un mismo concepto? ¿Existe pues una continuidad entre lo urbano y lo rural? ¿O hay realmente un borde bien definido que permite diferenciarlos? Incluso físicamente, las ciudades conforme nos alejamos de su centro no aparecen y desaparecen drásticamente, sino que se van difuminando con el territorio…
Como Extension a tu texto recomiendo leer el post siguiente sobre el desarrollo rural de la Vega, y en concreto sobre el denominado ‘barbecho urbanistico’ que se da en el entorno de las ciudades