QUE LUEGO PASA LO QUE PASA

Buenos días. No es posible construir una sociedad justa si es el propio estado quien actúa de manera irresponsable. Me explico:
En estos días asistimos perplejos a varios conflictos laborales en los que los trabajadores reivindican unas condiciones salariales más dignas, que por otro lado son casi imposibles de conseguir toda vez que su empresa contrató con el estado la prestación de un servicio público en condiciones leoninas… Y ahora lo percibimos nítidamente porque uno de esos conflictos afecta ni más ni menos que al control de seguridad del aeropuerto de Barcelona, en plena efervescencia veraniega, habiendo llevado al borde de la histeria a millones de pasajeros, por lo que es una noticia destacadísima en todos los medios de comunicación.
Por tanto aquí tenemos uno de tantísimos casos en los que la famosa “competitividad” se la aplican las administraciones para contratar toda clase de servicios con unos precios muy reducidos que no guardan relación alguna con las contraprestaciones exigidas que las empresas se ven obligadas dado el contexto de crisis económica real en el que aún estamos instalados.
¿Y que por donde se rompe la cuerda? Está claro, por el lado de los trabajadores, ya que se traducen en unas condiciones de trabajo muy exigentes y con unas condiciones salariales no solo injustas, sino indignas en la mayoría de los casos.
Y eso no vale. Porque de esa manera puede que le cuadren sus cuentas a las diferentes administraciones del estado (nacional, autonómico o municipios), para mayor gloria de ministros, consejeros o alcaldes, pero a costa de machacar a las empresas, grandes y pequeñas, y sobre todo a los maltrechos profesionales y trabajadores, que de eso mi equipo de jabatos y yo mismo sabemos latín… Y es que en los concursos públicos siempre el principal elemento a tener en cuenta es la baja económica quedando en segundo plano la calidad del servicio exigido, a sabiendas de que aquello de “bueno, bonito y barato” no existe. Y, claro, la cuerda cuando se tensa tanto que se suele romper, y siempre lo hace por el punto más débil (que en este caso son dos): los ciudadanos reciben un peor servicio y quienes deben desempeñarlo lo hacen en condiciones muy, muy difíciles…
Por tanto, capitostes del estado, politicastros que nos gobernáis, y tecnócratas de las administraciones públicas: ¡Que no valen los atajos! Que luego pasa los que pasa… es decir, ¡Lo que está pasando!