«El Territorio Comprometido»
Hemos recibido en nuestro Blog un interesante comentario a uno de nuestros artículos sobre La Alpujarra, escrito por nuestro paisano y amigo Rafael Fernández Rubio, Premio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente, y que posee además otra humilde distinción muy querida por nosotros: haber sido nombrado Ciudadano Comprometido por este Blog… por ambas cuestiones, me ha parecido del máximo interés reproducirlo como hoy, para que no pase desapercibido y que podáis disfrutarlo adecuadamente. Ahí lo lleváis… y una vez más: ¡Gracias Rafael por ser como eres!
Hoy, “paseándome” por la Alpujarra, a muchos kilómetros de distancia, encontré esta blog del buen amigo y excelente arquitecto Juan Carlos García de los Reyes, y me interesó porque abordaba estas acequias tan queridas. Por ello, y aunque es largo, me permito copiar la Editorial que he escrito para el número de Marzo, de la Revista Tecnoambiente (ya en la imprenta), es otro modo de ver el papel de estas acequias.
Y animar quiero también, a los interesados en esta temática, a su adscripción en el Grupo de Trabajo que, a escala internacional, estoy montando a propósito de “sembrar y cosechar aguas”. Esta es la editorial:
SEMBRAR AGUAS
Lo hacían mis antecesores árabes en las Alpujarras, y lo hace quechuas y aymaras en los Andes, y lo hicieron sus ascendientes… y lo hacen himalayos y timorenses… y ahora, que vemos cómo se produce la recesión de los glaciares, tal vez se pueda pensar en retomar lo que la sabia cultura popular nos legó.
Los árabes, hace 1000 años (día más, día menos), derivaban las aguas de los barrancos y ríos alpujarreños, principalmente las de deshielo; y lo hacían por acequias, talladas en la roca y labradas en esa mínima franja de alteración, siguiendo curvas de nivel, y llegando con ellas hasta muy lejos… Debajo de estas acequias construían paratas para riego, con muros de piedra, para sujetar apenas unas estrechas lenguas de tierra, donde sembrar algo de huerta y algo de fruta. El riego se hacía (y se hace) por turnos, abriendo pequeñas compuertas para dar paso al agua, que fluía y fluye fugaz por surcos cavados entre caballones… y pasaba a la siguiente parcela, y a la otra… y donde no había tierra, para esa parata de primor, se plantaban castaños, que allí los debe haber de mil años (día más, día menos). Alguno de estos castaños me dijo que, a su regazo, se había sentado Abén Humeya, con alguna bellísima hurí (vaya usted a saber lo que hacían, mejor no preguntar…).
Y así fueron roturando aquellos bancales, en escalinata que sube ladera arriba, hasta las puertas del cielo. En la distancia el verdor marca esas líneas, que precursoras fueron de las curvas de nivel… son los denominados “careos” del agua.
Y derivando agua por ellos, y regando sus mini-huertos, y gracias a las muchas pérdidas, “sembraban aguas”, que nacerían, meses más tarde, en parto sin dolor, en manantiales estratégicamente ubicados en las partes bajas de las laderas, como aguas oligometálicas, prístinas, cristalinas, despertadoras de apetito para saborear un buen jamón, curado en Trevélez, con crujiente pan de hogaza, y un trago de vino, de la bota, que no desmerece al agua…
Pero llegaron ingenieros sabihondos, y aplicaron fórmulas (que es lo que saben hacer), y no miraron al suelo ni al cielo, sino al pliego. Y mandaron traer sacos de cemento, por las pinas veredas, y cuando se les acabaron trajeron más y más; y se tomaron un vaso de vino “costa”, criado en aquel terruño, y se fueron a sus despachos y despacharon presupuestos. Y hubo comisiones y oficios y hasta aquello de “cúmplase”…
Y aquellas acequias, ahora llevaban su néctar divino más lejos, y más regantes pagaban sus cuotas… pero aquellas acequias ya no filtraban, ya no recargaban, ya no daban savia a los castaños,… y los chorritos de agua ya no cantaba en sus manantiales; ni los jilgueros tenían umbría; ni los zapateros danzaban en los charcos de agua… Ya el bocadillo no se acompañaba del refresco del agua nacida en la nieve… Ya no se sembraban aguas, ya se secaban los suelos,… y los hidrogeólogos nos tragábamos las lágrimas con desconsuelo… mientras que los del cemento compadreaban satisfechos del entuerto hecho, y de que por las arcas pasaba el oro azul…
Y os contaría de las “amunas”, que es otro facer semejante de los indios peruanos o bolivianos, en su mejor aprovechar las aguas de deshielo, y os diría que, con la recesión glaciar, estamos volviendo a sembrar aguas en aquellas laderas andinas, por encima de los 4.000 m de altitud. Y os contaría que en los Himalayas se están “sembrando glaciares”, que es lo mismo pero aprovechando el permafrost,…
Y eso es lo que hoy este viejo maestro quiere alzar como bandera: ¡sembrar aguas! ¡Sembrar ilusiones!, mientras que en lo profundo rumio: Haz de la ciencia poesía, / de los sueños creaciones, / de los deseos ilusiones, / y de las aguas alegrías…
Rafael Fernández Rubio
Premio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente
Acertado título. Asi lo oía yo de niño a campesinos de Orgiva, y tambien me contaban como en la Sierra se labraban las tierras altas en otoño para que, además de generar pastos para el ganado, el proceso de roturación y esponjamiento de los suelos permitiera la filtración pausada de las escorrentias del deshielo. La aplicación utilitarista de los medios de la ingeniería puede ofrecer resultados perversos.
La ciencia del sentido común y la maestría de saber contar las cosas; preciosa entrada del blog!Aprendo y disfruto.
En efecto… Precioso articulo y titulo mas que acertado… En un pequeño pueblo de Sierra Nevada, muy querido por mi, han iniciado este proceso perverso no ya con cemento sino con PVC, y quisiera que sus gentes rumiaran estas vivencias del Maestro Rafael Fernandez…
Importante articulo y grandes recuerdos,los jovenes no se lo creeran pero los que hemos pasado de los 60 lo hemos vivido y lo hemos disfrutado.De pequeño me crie en el cottijo Las Rozuelas o el Partijero todos los otoños e inviernos echavamos el agua en las laderas devajo del cortijo en la alameda y los castañares los crios jugabamos en aquellas pequeñas cascadas que se formavan luego esas aguas nacian mas abajos hasta llegar decian a las ramblas y era cierto
Del Canal Zanjon no se podia sacar agua para usos domesticos es por esta razon que se decide abrir un canal aguas arriba oeste para derivar el liquido necesario para el riego y los usos domesticos. Lamentablemente la violacion de las normas de riego era muy frecuente por lo que la autoridad se vio en la necesidad de legislar al respecto y crear en el ano 1603 la Alcaldia de Aguas.
Leer estos comentarios desde muy lejos es grato, es evocador de recuerdos, es compromiso de deberes, es recuerdo constante y vivo
Rafael Fernández Rubio