Susana Díaz adelanta las elecciones porque su gobierno había perdido la estabilidad. Es una coincidencia que esa desconfianza interna se produzca justo cuando los propios socialistas reconocen que electoralmente es para ellos un buen momento. Pero también es verdad que no conozco a ningún presidente que haya convocado voluntariamente a las urnas con la pretensión de perder.
Algo de teatro hay en esta matrimoniada, aun reconociendo cierta provocación por parte de Izquierda Unida, que ha querido ser el socio dentro del gobierno y la copia pirata de Podemos de puertas para afuera.
Así que los andaluces -entre precampañas, campañas, constitución de gobiernos, procesos internos de los partidos y la parte que nos toque de las elecciones catalanas- no saldremos del embudo electoral hasta diciembre.
¿A quién favorece este calendario? Evidentemente, a los partidos que ganen y, difícilmente, a los ciudadanos.
Está científicamente probado que el ser humano es capaz de resistir una semana con partidos de fútbol a diario. Incluso, hasta una semana sin fútbol. Puede asimilar la imagen de Belén Esteban en pijama y hasta dos ediciones de Gran Hermano consecutivas. Pero no está garantizado que los políticos y las personas aguanten un año íntegro electoral.
Ni siquiera en el caso de los políticos.
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