El 20 de febrero, vísperas del partido ante el Águilas, cayó en mis manos una bomba envenenada. Fuentes de cierta solvencia me aseguraban que Gino Pozzo, máximo inversor del Granada, volvía a sonar como accionista del RCD Español. Raudo y veloz, busqué algún tipo de información en internet y al no tener fruto mis esfuerzos me puse en contacto con el diario Sport. El encargado entonces del club periquito me dijo que estaba de descanso quien podía arrojarme algo de más luz sobre el particular. Eso sí, me advirtió que la entidad barcelonesa pasaba por momentos delicados y que quizás en 2011 se tendría que ver obligado a ampliar el capital.

Mi colega, dichoso él de estar acostumbrado a otros pastos informativos, desconocía que en el pozo de la Segunda B (y no va con segundas) ya se había levantado un proyecto con capital italiano. Conoció de mi voz que el empresario transalpino y Quique Pina habían invertido en el Granada CF y que aquí se estaba a salto de mata del ascenso.

Para tratar de profundizar en la investigación iniciamos dos líneas diferentes. Yo sondería en mis fuentes rojiblancas y él en las suyas blanquiazules. Pasada una hora lo único que se pudo aportar en claro fue mi conversación con Pina, en la que la conclusión fue que «esos son rumores interesados. A Pozzo siempre se le vincula con el Español en épocas bajas. Y su entrada, nunca afectaría al Granada. Los dos proyectos son compatibles».

Mi colega, seguro que como todos los que integran la profesión en España, no tenía el móvil de Pozzo, cuya línea de trabajo nunca casa con la demanda informativa. Una opción que hubiese resultado definitiva para saber abordar el tema.

Ante eso, sólo teníamos un rumor y una especulación. Que es la creada en la conversación cuando abordamos la estancia de Pozzo en Granada y concluimos que lo único que le estaría disgustando en su aventura es que las instituciones no estaban apoyando en la medida que pretendía. Así que optamos por dejar el tema guardado y en llamarnos cuando hubiese algo nuevo.

Soy periodista y según el adagio de la profesión no debo valer mucho, porque cuento todo lo que sé y apenas vale nada de lo que me reservo. Pero ante la bifurcación que me ofrecía el tratamiento de la información opté por la opción A: no profundizar en el rumor (que insisto era fundado) para no tener que argumentarlo con especulaciones, porque ya les adelanto que Pozzo, pese a estar en juego la ilusión de la afición de Granada, no abrirá el pico. La opción A me evocaba también al ascenso que hay en juego y los cerca de veinte años en los que el equipo ha estado en Segunda B, por innumerables errores de gestión, complicidad de la afición y algún que otro enfoque equivocado de la prensa, que debemos ser humildes y reconocerlo.

Aún así, la tentación fue muy fuerte, habida cuenta de que tengo otro elemento al alcance que me exige mucha menos rigurosidad: el blog.

La semana pasada leí la información del Sport. No me aportó ninguna certeza ni nada nuevo en función de lo hablado entonces, salvo el porcentaje que podría comprar Pozzo (reducido para lo que es la gestión absoluta del club) y y la fecha de la posible ampliación del capital, que todavía es sólo una posibilidad y ahora, podría adelantarse a diciembre. Con respecto a lo señalado acerca del Granada, aquello de que «Pozzo podría estar comenzando a retirarse», me pregunto si surgió de la especulación, porque ya les adelanto yo que en estas semanas mis compañeros han pasado y no se han puesto en contacto conmigo, por lo que yo no les he aportado más.

Seguimos pues, en el terreno de los rumores y las especulaciones, que ni me ofrecen rigor para escribir con tinta una línea ni tampoco para apartar la atención de lo verdaderamente importante: el ascenso con el que seguro que nunca se marcharía Pozzo.

Y ahora, que sé que renuncié a una ‘bomba’ me refuerzo en mis planteamientos. Mientras no haya certezas y no hable Pozzo, pero en referencia al conjunto rojiblanco, todo me parecerán rumores y especulaciones.  Dañinas para el Granada CF y repelentes con mi forma de entender la información.