Gino Pozzo y el chiste

Más que una anécdota parece un chiste que los hermanos González Segura se dieran cita el pasado domingo en el palco del estadio Nuevo Los Cármenes para presenciar el partido que el Granada B disputó contra el Cacereño. Las malas lenguas, que no suelen ser tan malas para extraer conclusiones, dicen que solo fue para hacer más evidente la ausencia de los murcianos Quique Pina y Juan Carlos Cordero en un momento complicado del club, tras la derrota ante el Almería. Y es que a ellos –y de ahí lo del chiste– ya se sabe que lo de estar pendientes del filial, y lo de interesarse por sus menesteres, ni ‘pum ni pam’. Vamos que me cuentan -yo no llevo la contabilidad, como entenderán- que sobran dedos de una mano para enumerar en los encuentros del Granada B en los que han podido estar presentes en esta temporada. Por no decir desde que llegaran a la entidad rojiblanca y en base al profesionalismo que propugnaban llenaran con sus apellidos muchas líneas de trabajo.

Por fortuna, Gino Pozzo pasa de estos “localismos”, que así llama él a estos episodios de ‘opereta’, que desprestigian y que son impropios de un equipo de Primera División. Y hace bien el italiano, porque los 5.001 aficionados que estuvieron siempre al lado del Granada CF, esos que lo seguirán haciendo siempre y que darán lustre al negocio comprando abonos y camisetas, esos, decía, no tragan a los hermanos. Como tantísimos otros. Algo que se podría poner de manifiesto sometiendo a referéndum la cuestión en Los Cármenes, que es donde se daría valor a que Pedro estuvo siempre en los equipos que hubo dinero: Arenas Armilla, Granada Atlético o Granada 74 SAD. Eso es así y lo sabe toda la Granada futbolística.

Así pues, no alimentemos más estos rollos macabeos que están potenciando en momentos de debilidad y que nacen del mismo instante en el que ambos fueron enviados por Pina a la esquina. Pero no precisamente por lo que se está diciendo de manera interesada, sino por otras cuestiones que me voy a callar y que no me parecen ni una anécdota ni tampoco un chiste. Hasta aquí mi aportación a las intrigas sin chicha que son propias de ‘tercerolas’. De la época nefasta de Tercera División, digo.

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