Me gustan los futbolistas impetuosos, aquellos que cada vez que saltan al campo lo hacen para morder, con independencia de que sea o  no para un partido.

Por eso, acabo de comprender que algunos futbolistas rojiblancos impriman más energía de la necesaria en ciertos lances. O simplemente disputen el balón como si de la final de la Champions League se tratase.

La pasada semana tuvieron un roce Pape Diakhaté y Floro Flores, dos buenos profesionales, tras un balón dividido. Hoy ha sido expulsado el bueno de Nyom por emplearse con su habitual intensidad.

Hechos que en ningún caso me parece denunciables porque en la esencia de lo sucedido subyace ese plus profesional de ir ‘a muerte’ en cada jugada. Y porque aparte, me consta que todo ese tipo de cosas mueren en un vestuario que está súper unido y en el que todos y cada uno de los integrantes ponen su granito de arena para conseguir los objetivos.

Estoy completamente convencido de que se seguirán produciendo hechos de este tipo, que continuaremos contando, como cualquier otro medio que se precie de serlo, cuando tengan lugar en la esfera pública.  Pero siempre con el convencimiento, mientras no se demuestre lo contrario, de que el motor de los acontecimientos es el deseo de hacerlo lo mejor posible.