Inocentes

Mañana es el día de los Inocentes, santos para algunos, motivo de bromas para otros. En Granada parecemos inocentes, y es mejor reconocerlo, pues será la única forma de no llegar a serlo, aunque hay quien es feliz en este estado, incluso desea mantenerlo hasta acabada la ancianidad, que es lo que tiene. Este año que termina nos ha traído un tranvía que ha precisado esfuerzos añadidos por las sutiles matizaciones que el anterior alcalde fue poniendo a la Junta. Un metro que funciona mejor de lo que algunos querrían, aquellos que siguen pensando que mientras peor para el personal mejor para ellos, que siempre es mejor un buen ataque que una defensa defectuosa. Y ahí siguen, y cuando alguien pregunta por determinados asuntos miran al cielo, y derivan la respuesta a tópicos en los que los otros son los culpables. La culpa siempre la tienen los otros, y así, el AVE no está aquí ya porque el alcalde va a Madrid y pide imposibles, la culpa la tiene Susana, que es de los otros. Y es que somos unos inocentes cuando callamos y miramos hacia el lado contrario, como si no nos afectase, y la ciudad sigue creciendo en número de turistas, aunque en enero Vueling deje los pájaros de acero en otros destinos, que por aquí hace fresco, la cuesta se deja notar y la sierra no importa. Y nos parece normal, como normal es que en esta ciudad las bicicletas se hayan convertido en elementos de destrozos a manos de un puñado de vándalos que las están despedazando o vendiendo por Internet. Seguimos tan inocentes como el año pasado por estas fechas, pero con la estación de ferrocarril en fase de lavado de cara, que el dinero se va a otros lugares en los que los políticos son capaces de enfrentarse a sus jefes sin miedo a perder la silla, a los mismos lugares donde supongo que van los presupuestos que impiden por su ausencia que la segunda circunvalación esté ya acabada y en funcionamiento, o la presa de Rules, o una actuación definitiva sobre los polígonos de empresas que han de ayudar a sacar de una vez por todas a esta tierra de la situación de conformismo de unos y de calentamiento de manos de otros pocos. Inocentes, pero no santos, así es como deben vernos desde fuera, cuando la gente acude a la segunda ciudad más visitada de España, incluida Barcelona, y metemos a los turistas en casas y pisos sin declarar como turísticos, y todo para la buchaca, y los impuestos, la calidad, la imagen, la oferta y todo lo que trae consigo quedan en el plano oscuro de las cosas, y nadie dice nada, porque los inocentes a veces prefieren callar a decir algo y que les partan la boca. A pesar de todo, tenemos que generar motivos para ser optimistas, para buscar las salidas de crecimiento, de bienestar, de mejoras sociales, y esas nuevas puertas tendremos que crearlas nosotros, porque desde fuera nadie traerá nada.

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